Brega de eternidad

El día de ayer, domingo, el panismo yucateco vio finalmente consumada la negociación por los dos cargos más importantes en disputa para la próxima elección en Yucatán. Mauricio Vila, ya inscrito como precandidato, irá en mancuerna con Renán Barrera para disputar la gubernatura y la Alcaldía de Mérida, respectivamente.
En el 2001, cuando las elecciones en Yucatán estaban desfasadas un año de las elecciones federales, el PAN enfrentó un escenario similar al que ahora tiene frente a sí. Patricio Patrón Laviada y Ana Rosa Payán Cervera disputaban al interior del partido la candidatura al Gobierno del Estado, algo que finalmente se definió repartiendo entre ambos la gubernatura y la alcaldía de la capital del estado. Exactamente como ahora.
Si bien la fórmula Vila-Barrera en 2018 es una repetición de la fórmula Patrón-Payán en 2001, lo cierto también es que hace 17 años ellos dos eran los únicos liderazgos que aspiraban con posibilidades reales a esos cargos, lo que facilitó el acuerdo entre panistas.
Mauricio Vila y Renán Barrera enfrentan ahora un escenario donde las corrientes internas del panismo han crecido en número y se han robustecido, por lo que el reparto de espacios en las distintas candidaturas o equipos de campaña deberá ser lo suficientemente generoso para no dejar fuera a nadie que pueda representar valiosos votos. Tomando en cuenta que, entre los aspirantes que se quedaron en el camino, hay perfiles con el arrastre suficiente para poder inclinar una elección competida.
Pero además de conciliar adecuadamente con todas las corrientes internas, y de no caer en el exceso de confianza que el contexto pudiera generarles, el PAN tiene el difícil reto de prevenir la repetición de sus errores del pasado.
La historia cuenta que el PAN se encontraba viviendo el sueño democrático en 2001. Pues tenía en sus manos la Presidencia de la República que había ganado un año antes con Vicente Fox, así como la Gubernatura con Patricio Patrón, la mayoría en el Congreso del Estado y la Alcaldía de Mérida con Ana Rosa Payán. Habían vencido al PRI en todas las elecciones y habían cumplido con esa brega de eternidad que Manuel Gómez Morín describió alguna vez, y que finalmente les recompensaba.
Sin embargo, la historia también cuenta que esos gobiernos panistas no fueron capaces de coordinarse ni de convivir, a grado tal que las rupturas los llevaron a perder el Gobierno del Estado en 2007, el Ayuntamiento de Mérida en 2010 y finalmente la Presidencia en 2012.
La despedida del único Gobernador panista que ha tenido Yucatán es probablemente la mejor postal de ese fracaso. Durante su último informe de gobierno, Patricio Patrón Laviada recibió de la también panista Magaly Cruz Nucamendi una dura contestación al mensaje político que dio en el Congreso del Estado, en un reparto de culpas ante las derrotas sufridas en la elección de 2007.
Si bien el panismo ha vivido para recuperarse de esos reveses, reconquistando una vez más el Ayuntamiento de Mérida en 2012 con el propio Renán Barrera y estando hoy en la antesala de disputar, una vez más, la gubernatura y la Presidencia de la República, también es cierto que la principal deuda del PAN es consigo mismo y con su historia. Y que si pretenden ganar, bien harían en dejar de meterse el pie.

 

Por Juan Pablo Galicia.
Politólogo, profesor universitario y analista político en radio, televisión e internet. Sin duda, una pluma que debe leerse.

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