Cultura de la transa (o transa hasta en la cultura)

“El que no transa no avanza” es un viejo y conocido refrán que algunos asumen como verdadera consigna en la vida y, tristemente, los ejemplos se multiplican en diversos ámbitos, constituyendo una verdadera cultura de transa.

Según el Instituto Nacional Electoral (INE), 28 de los 65 aspirantes independientes a una diputación federal que lograron reunir el 100 por ciento de los apoyos y cumplir el requisito de dispersión, presentan serias irregularidades. Al entrar en detalles, las irregularidades no fueron eventualidades, sino la hartera labor de engañar sistemáticamente, con una presunta estrategia de “maquila” de apoyos, declaró en una entrevista radiofónica Lorenzo Córdova, presidente del INE.

Lo anterior significaría que los aspirantes tramposos asestaron una puñalada en ciudadanos íntegros que tratan de sortear real y lealmente, los numerosos obstáculos que los partidos políticos les impusieron para inhibir su participación –ahora ya lo constatamos–, antes que alentarla porque, como sabemos, el que hace la ley hace la trampa. Pero lo grave, realmente grave, es que en este caso la herida la propinaron los propios ciudadanos, no partidos, no autoridades; la herida profunda se llama desconfianza, y cala en lo más hondo, lo más valioso, como lo es el espíritu cívico y la participación ciudadana.

El arma utilizada ha sido la transa, en este contexto como sinónimo de trampa legal, es decir, “acto ilícito que se cubre con apariencias de legalidad” (RAE, 2018). Vaya que se necesita estómago para presentar como válidas, firmas y credenciales manoseadas. El modus operandi debemos conocerlo a detalle en propio portal del INE (www.ine.mx) dentro del subsitio Central Electoral. Frecuentemente hay que consultar esta fuente oficial y los monitoreos de cobertura mediática que realiza la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Me pregunto, ¿qué hará el INE ante estas irregularidades detectadas? ¿Qué harán los partidos políticos en su propio fuero cuando la solvencia moral de ciudadanos independientes se pone en entredicho? Lo que en este momento más me inquieta es qué harán los nuevos electores con semejantes ejemplos.

Uno más: Bansefi ha reconocido que les ¡clonaron tarjetas con apoyos a damnificados! ¿Hasta dónde vamos a parar? Reconozcamos que si existe la cultura de la transa, si el otro no me importa y no lo respeto ni en su condición más vulnerable, bien podría haber transas en áreas como Cultura, o Desarrollo Social, así como en el Fondo Nacional contra Desastres Naturales (Fonden).

De seguir apareciendo notas sobre transas y fraudes –presuntos o consumados, políticos o sociales– será muy difícil que ese votante primerizo del cual les he venido platicando, venza el repudio, se sustraiga de la cultura de la transa y se acerque voluntariamente y con convicción a una urna.

Es vital mostrar nuevos y buenos ejemplos que lo hagan acercarse a la política para que la cultura de la transa ni siquiera tenga oportunidad de tirar el sistema o hacer otra de las suyas como lo están haciendo los partidos políticos en Yucatán, pues con la mano en la cintura soslayaron el mandato de paridad de candidaturas. Ya lo veía venir el Colectivo Mujeres Todas.

 

Por Carmen Garay

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