El Internet está bajo amenaza

 

La red corre peligro. Desde que Donald Trump nombró a su cabecera en la Comisión Federal de Comunicación se consolidó la aterradora posibilidad de que la Net Neutrality se vuelva algo del pasado. En diciembre la agencia votará para desmantelar leyes que protegen la neutralidad de la red, una decisión que tendrá consecuencias en todo el mundo.

Imaginen, por un segundo, que la CFE nunca existió y que la electricidad en México está en manos de empresas privadas. Estas hipotéticas corporaciones son capaces de identificar qué aparatos son conectados en cada casa y pueden regular el acceso en función a eso. Saben cuál es el modelo de tu iPhone y la marca de tu refrigerador. En vez de vender electricidad a una tasa única, el costo es a través de paquetes y de acuerdo con los dispositivos y electrodomésticos conectados.

Así, tendrías que pagar un “paquete cocina” para suministrar de energía tu licuadora y microondas. Luego, uno gamer para tu Nintendo Switch. El proveedor de servicio bien podría cobrar extra por cargar tu celular de última generación o, al contrario, hacer un lucrativo trato con el fabricante para ofrecer energía sin costo. Estaría en perfecta posición para extorsionar pequeñas y medianas empresas: “páganos, o el dispositivo que fabricas no va a cargar en ninguna casa”. Digamos que la empresa eléctrica también hace electrodomésticos, ¿por qué no bloquear energía a productos de la competencia?

Ese distópico panorama es lo que se avecina para Internet. En este momento, tenemos una red neutral –a medias, en México– en la que todos los proveedores deben ofrecer acceso equitativo a todos los sitios. La muerte de la neutralidad será como si un millón de voces gritaran por socorro y fuesen silenciadas de inmediato (ah, Obi-Wan, tu sabiduría trasciende la frontera digital).

La legislación de red es un caso extraño en México, por cierto. Legalmente, la neutralidad está protegida. Los artículos 145 y 146 de la Ley Federal de Telecomunicación y Radiodifusión –casi entre entre comillas– prohiben a los concesionarios de servicio de Internet limitar, restringir o discriminar el acceso a contenidos, aplicaciones o servicios. O sea, nada de tratamiento preferencial o de segunda clase. ¿Todo bien?

Pues, ¿qué plan de internet tienes en tu celular? Probablemente, uno con tantos megas gratis en tal o cual red social, ¿no? Eso es un tratamiento particular a un contenido particular –lo opuesto a neutralidad de redes.

Y bueno, ¿qué tiene eso de malo? No es neutral, pero están ofreciendo un servicio a sus usuarios. No voy a mentir, me queda de maravilla tener un gigabyte y medio para gastar sólo en Facebook. Pero eso abre la puerta a cosas peores. Si así fuese toda la internet, ¿podría competir una red social nueva cuando las ya establecidas reciben acceso preferencial a datos? ¿Cuánto falta hasta que ciertos proveedores de internet que también ofrecen video en streaming reduzcan la velocidad de su competencia? ¿Cuánto hasta que empiecen a remover acceso a contenidos que ya teníamos y lo vendan como un extra? ¿Cuánto hasta que haya que pagar por un “paquete videos” para acceder a YouTube, Netflix, (risas) Blim y (más risas) Claro video?

Es una muy posible realidad que en un mes las corporaciones estadounidenses ganen el derecho de descuartizar la Internet e imponer descaradas cuotas en perjuicio del usuario bajo la fachada de un mejor servicio. Se me hace fácil visualizar, entonces, que a las siempre innovadoras empresas mexicanas se les “ocurra” adoptar su modelo. Para entonces, Internet, como la conocemos, morirá.

Por Gerardo Novelo *

gerardonovelog@gmail.com

* Estudiante de Comunicación. Pasa mucho tiempo pensando en cocos y golondrinas.

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