Juegos del lenguaje

 

Hay mucha gente que dice que la música es la mejor manifestación artística: la más limpia, abstracta y universal, porque es la que más se aleja del lenguaje. Según esta postura, el arte y el conocimiento son campos independientes: el objetivo del lenguaje es comunicar cosas, dar información, mientras que el objetivo del arte es hacer sentir. El gusto pone los criterios para evaluar el arte; y la lógica, los criterios para evaluar el conocimiento. Como el arte, a diferencia del lenguaje, no trata de decir cosas, sino de causar sensaciones, el arte más alejado del lenguaje es el más puro.

Y es que, si el arte consistiera en representar conceptos, en decir cosas, parece que bastaría bastaría con un diccionario muy bueno para atrapar todo el arte. Ante la amenaza de que el arte sea sometido a los criterios evaluativos de la ciencia o de la lógica, muchos artistas sostienen que el arte es solo sensibilidad, pura experiencia empírica que escapa del lenguaje y de la lógica. Este argumento se utiliza para criticar el arte conceptual, el cual siempre trata de decir cosas. En éste, el discurso, la explicación de la obra, importa más que la obra misma, al grado de que ésta parece incluso prescindible. Muchos artistas o críticos de arte conservadores creen que esta forma de hacer arte es un mal uso del lenguaje y un mal uso del arte: es confundir lenguaje y sensibilidad. Las obras de arte conceptuales, dicen, ni logran decir nada claro, ni logran hacer sentir nada nuevo. Se quedan en un limbo inútil.

Si el lenguaje y el arte son totalmente independientes, deja de tener sentido hacer, mediante el arte, reflexiones acerca de la verdad, el conocimiento, o la ética. La trova reflexiva o de denuncia, por ejemplo, que combina música y lenguaje, queda sin credibilidad tanto desde el conocimiento como desde el arte: el lenguaje que utiliza no es claro, así que no compite con un artículo filosófico o de denuncia serio, y la música no es original ni compleja, así que desde el arte no tiene tampoco mucho valor. Y una crítica similar se le puede hacer a la poesía, o a cualquier obra de arte que utiliza lenguaje o que tiene alguna tesis o discurso de fondo.

Pero me parece equivocado decir que el arte, por más limpio y abstracto que sea, la música por ejemplo, es solo sensibilidad. Parece que cuando el músico medieval hace solo música religiosa, propone una tesis. Lo mismo con el barroco cuando utiliza la mayor cantidad de elementos posible, el clásico cuando privilegia el orden y la estructura, o el romántico cuando explora la sensibilidad. ¿Son estos casos ejemplos de un uso incorrecto del lenguaje? ¿Cómo es que, al contrario, muchos tenemos la impresión de que estos usos del arte enriquecen al ser humano y comunican algo? Si separamos tajantemente las herramientas que tratan la belleza, la bondad y la verdad, tanto el arte como la filosofía se empobrecen.

Podemos aceptar esta pobreza del arte y del lenguaje. Pero también podemos tratar de entender a ambos de una manera que los muestre más compatibles y que explique por qué estas mezclas parecen enriquecedoras. Una opción es el concepto de juegos del lenguaje de Ludwig Wittgenstein. Este filósofo que alguna vez pensó que el único lenguaje justificado era el científico, más tarde se corrigió y propuso la idea de que, aunque el lenguaje lógico tiene ciertas ventajas y nos permite conocer muchas cosas, el lenguaje en general es un juego mucho más complejo, y su utilidad no se reduce a argumentar. Sirve también para convencer, consolar, disparar emociones…

Gracias a que podemos combinar juegos de lenguaje, es posible la crítica de arte, la poesía que trata acerca de temas filosóficos, el arte que trasforma la moral, o la moral que juzga gustos estéticos. También combinando usos del lenguaje podemos tomar posturas filosóficas mediante el arte, como han hecho todos los movimientos artísticos de la historia. Antes que abandonar la trova o la crítica de arte, prefiero jugar con el lenguaje.

Por María de la Lama Laviada*

mdelalama@serloyola.edu.mx

* Yucateca. Estudiante de Filosofía en la Universidad Iberoamericana.

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