Teniendo cerca la elección presidencial del 2018, he leído a muchas personas que escriben “ningún candidato me representa” o “este candidato si me representa” en sus Facebooks, chats, twitters.
¿A qué se refieren? Podría ser que no se sienten identificados con la ideología que externaliza, con el contexto del que proviene, por su color de piel, por sus propuestas, por su partido. ¿Qué significa representar?
Existen dos tipos de representación: descriptiva y sustantiva. La primera quiere decir que nos representan por nuestros atributos físicos, sociales o culturales. Es decir, si soy mujer que me represente una mujer, si soy de una etnia que me represente alguien de esa etnia, si soy de un color de piel especifico, que me represente una persona con el mismo color de piel. Puede sonar como una tontería, pero cuando hablamos de cuotas de género o de asientos reservados para ciertas etnias estamos hablando de representación descriptiva.
Por otro lado, la representación sustantiva es que una persona (independientemente de su origen socio-económico, de su partido, atributos físicos) vele por los intereses o fines de la persona o grupo de personas a quienes represente.
Este último tipo de representación nos lleva a dos concepciones de gobierno: uno que palomee o uno que cumpla los fines. Es decir, el grupo de personas representadas puede exigirle ciertas acciones concretas al representante (gobierno) y este puede cumplirlar “palomeando la lista” por ejemplo, si el grupo dice “queremos que se recoja la basura de la calle”, el representante manda a limpiar la calle. La otra, es que el grupo diga el fin y el representante escoja los medios. Usando el mismo ejemplo anterior, el grupo pediría “Queremos una ciudad más limpia” y el gobernante ecogería las acciones para lograr los fines.
Analizando lo anterior, podemos concluir que la representación descriptiva no implica una representación sustantiva: no por ser mujer, el hecho de que una mujer esté en el congreso significa que mis intereses o los intereses de las mujeres se van a ver cumplidos o siquiera puestos a debate, sobre todo porque no existe una única agenda de mujeres. Es decir, no todas las mujeres están a favor (o en contra) del aborto, no todas son amas de casa, no todas trabajan, no todas tienen hijos, no todas están casadas o son lesbianas.
Sin embargo, hay diferentes estudios (véase Htun, Micozzi y Lacalle 2013 ó Bhavani 2009) que comprueban que una representación decriptiva (sobre todo en el caso de las mujeres) conlleva posteriormente a una representación sustantiva: poniendo cuotas obligatorias para mujeres en el congreso, han aumentado la cantidad de mujeres elegidas libremente y han aumentado la cantidad de temas discutidos que tienen que ver (desde cualquier posición: desde aborto, violaciones y hasta temas del hogar) con las mujeres.
Cuando han puesto que los candidatos no los representan, ¿a qué tipo de representación se refieren? ¿No les gusta su plan de trabajo, su manera de hablar, el cómo se ven? ¿Votamos por el partido o por el candidato? ¿Quién nos va a rendir cuentas?
Esa es otra. Si los partidos nos representaban ideológicamente, en un país donde la ultra izquierda de alía con la ultra derecha (que no digo que sea una mala táctica, estoy hablando ideológicamente), donde la ideología de otro se basa en partir el pastel con los poderosos y dar tortas a los marchantes, ¿con qué partido sentirse identificado?
Este artículo solo busca que al decir que no nos sentimos representados lo hagamos desde una perspectiva más crítica, ¿cuáles son los motivos? ¿ya leí el plan de trabajo, conozco su trayectoria, conozco al partido?
Claro que el “no sentirse representado” puede ser un mero sentir. Pero para que este país funcione (al menos un poco) necesitamos que las críticas sean desde la razón y no desde el estómago.
Por Renata Millet*
milletrenata@gmail.com
* Estudiante de Ciencia Política en el ITAM y Pedagogía en la UNAM. Lectora, amante del mar y la navegacación.
