Ojalá estuviéramos tan convencidos

 

 

 ¿Cuánto caminaré en un día? De la cama al baño, dentro de la oficina, entre edificio y edificio en la universidad, cuando me aventuro a ser peatón hasta el autoservicio. La verdad, la verdad, muy poco. No creo llegar a los 10,000 pasos diarios recomendados.

Cierto es, que ciertos estilos de vida exigen cada vez menos que la gente camine. Los negocios digitales, el home office, la nula necesidad de estar ahí para mantener la comunicación ha vuelto a las personas más sedentarias, lo afirmo como hecho.

No me imagino recorrer algo así como 1,322 kilómetros por demasiadas cosas en la vida.

Durante esta semana, saltó a mi atención la revuelta que causó la (nada nueva) peregrinación mariana que alrededor de cinco millones de fervientes creyentes realizan cada año hasta la Basílica de Guadalupe. Te pido, lector lectora, que dejemos de lado la fe católica para tratar lo que, a mi parecer, es lo más impresionante de este hecho: la convicción.

El comentario clasista, el racismo, la intolerancia y la creencia de que la gente que vive en una situación económica desfavorecida es diferente (por decirlo menos) salió a relucir en varias publicaciones estos días. Por distintos motivos como el tránsito atorado o la llegada de una cantidad extraordinaria de personas a la CDMX causó descontento en muchos.

“La fe es importante, pero también la fe de los q trabajamos #peregrinacion no llegue a mi cita”, “¿#Peregrinación? Mejor pónganse a trabajar hijos de su … (sic)” y demás por el estilo leí en redes sociales.

No espero de ninguna manera, que los problemas de la población aumenten ni lleguen a un culmen, pero creo que para aquellos que ponen su esfuerzo en algo de lo que están 100% convencidos merecen que tengamos tantita madre para brindarles respeto.

¿Qué sería de mí y de mi vida si yo pusiera tanto ahínco en mis actividades? Apostarle todo y jugarse la vida (porque decesos, hay) por ir a demostrar la fe que tiene uno a lo que sea es un acto que hace que crezcamos como personas.

De Muna a Izamal, o de Madrid a Santiago de Compostela, investido con el color de piel que portes, por la causa que más creas, bien vale estar tan convencidos como esos cinco o siete millones de personas. Porque una convicción real, aguanta el frío, el hambre y el cansancio. Yo, con eso me quedo.

Por Gibrán Mafud Contreras*

gibranmafudc@gmail.com

* Director creativo de la agencia de publicidad y diseño “Cuatro monos”.

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