Operación deslinde

Finalmente, después de varios días o incluso semanas de negociación y de ataques velados en redes sociales, el priismo ha conocido el nombre de quien será su candidato a Gobernador del Estado.

Sin mucha ceremonia, contrastando sin duda con lo vivido en el “destape” de José Antonio Meade a nivel nacional, Mauricio Sahuí fue dado a conocer de manera anticipada por algunos rumores el pasado jueves por la noche, para ser confirmado como el precandidato de unidad por el presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, unos minutos después desde su cuenta oficial.

El resultado de este importante rito para el partido en el gobierno ha dejado sorprendido a más de uno pues, como es sabido, la semana pasada no era el nombre de Sahuí el que sonaba entre los dos supuestos finalistas del proceso de sucesión de Rolando Zapata.

Algunas interpretaciones a este resultado podrían agruparse en dos grandes puntos de vista.

El primero, el más común, que Mauricio Sahuí ha resultado candidato del PRI por ser el tercero en discordia. Es decir, no habiéndose puesto de acuerdo sobre la mesa los otros dos aspirantes que más sonaban, el nombre de Sahuí ha sido la convergencia final para evitar una ruptura. Lo cual no necesariamente es positivo para todos los actores involucrados pues, si bien evita el quiebre de posiciones encontradas, no deja de verse como un “plan B”.

El segundo, más discreto, podría aventurar que Sahuí siempre estuvo en la final con Jorge Carlos Ramírez Marín y Pablo Gamboa Miner; pero que en los últimos momentos, a sabiendas de que ninguno de ellos serían los elegidos, decidieron unir fuerzas centrando los rumores sólo entre ellos dos, pactando incluso el reparto del pastel antes de la reunión final en las oficinas del PRI nacional.

Lo único cierto, sin embargo, es que Mauricio Sahuí era la única carta “propia” que le quedaba al actual gobernador para jugar al juego de la sucesión. Ninguno de los suyos, ni siquiera los más cercanos, lograron quitarse de encima la mala imagen que arrastraban o consiguieron levantar entusiasmo entre las bases del priismo local para generar un movimiento que les respaldara.

Así, quien apareció en esos polémicos espectaculares que casi le cuestan una sanción por parte del Iepac, se alzó con la victoria no solamente para él, sino también para las corrientes locales del PRI, quienes retienen esta importante posición de fuerza frente a los liderazgos que fincan su influencia en el ámbito nacional.

Pero eso no garantiza la victoria del PRI en la próxima elección del 1 de julio de 2018. Eso lo saben muy bien en el PRI y, rápidamente, han puesto en marcha la operación cicatriz con las corrientes que se quedaron en el camino. Así como una operación más delicada aún, debido a la naturaleza de la misma: deslindarse inmediatamente de Ivonne Ortega Pacheco.

Si bien la exgobernadora no es el origen de la carrera política de Sahuí, el ahora precandidato es leído por la opinión pública como si así fuera. Viéndola a ella como la gran ganadora del proceso interno del priismo yucateco.

Sabiendo que, para ser competitivos en 2018, deben distanciarse de ella, han movido esfuerzos importantes para que en entrevistas e imágenes en redes se vincule más a Sahuí con Rolando Zapata. A grado tal que el propio gobernador ha publicado fotografías de 1999 en sus redes, para decirle al mundo que fue él, y no su antecesora, el artífice de este destape.

¿Será suficiente?

Juan Pablo Galicia. 

Politólogo, profesor universitario y analista político en radio, televisión e internet. Sin duda, una pluma que debe leerse.

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