El Papa Francisco y San Pedro Claver

El lema que acompañó la vida de San Pedro Claver, cuya fiesta la Iglesia celebra, no deja duda alguna de su íntima relación no solo con la visita del Papa Francisco a Colombia, sino con su pontificado.
“Esclavo de los negros para siempre” -aethiopum semper servus- firmó el santo jesuita Pedro Claver al profesar sus votos perpetuos solemnes, en 1622.
No es de extrañar pues que a las Misas que se celebran en su santuario, en el centro de Cartagena de Indias –sector conocido como la “Ciudad Amurallada”– asistan mayoritariamente afroamericanos.
Jesuita, como el Papa. Con una profunda preocupación por la esclavitud, como el Papa.
Claver, nacido en España pero voluntariamente trasladado a América, atendía a los negros esclavos que eran traídos en multitudes en barcos desde el África. Cartagena de Indias era en esos años punto clave en el continente para el tráfico de esclavos.
Al recorrer sus calles, desde el puerto por el que llegaban hasta las plazas en las que eran negociados, es inevitable pensar en el sufrimiento de los negros. Y es necesario que se nos conmueva el corazón por la esclavitud. De antes y de ahora.
Pero no se trataba de una mera atención médica o social. Para San Pedro Claver, como alienta el Papa, la Iglesia no era una ONG.
Para él, atender a los negros no era solo una labor de simple solidaridad, como proponen algunas corrientes teológicas en decadencia o movimientos de izquierda. No. Era evangelización, citándolo, “no con lengua, sino con manos y obras”.
Y tras la catequesis, que incluyó traductores e imágenes como ayudas visuales, Claver los bautizaba.
Incomprendido en sus días, incluso por los suyos, el santo se entregó entero al servicio hasta que el Parkinson no se lo permitió más. Tras cuatro años de estar postrado en cama, San Pedro Claver nació al Cielo un 9 de septiembre de 1654, a los 74 años.
El tema de este domingo, cuando el Santo Padre visite Cartagena, será “Dignidad de la persona y los derechos humanos”, precisamente inspirado por el santo jesuita del siglo XVII. Y hará bien recordar, mirando el ejemplo de San Pedro Claver, que esos derechos humanos y dignidad tienen su fuente y su fin en ser hijos de Dios, salvados de la esclavitud del pecado por Cristo y llamados al Cielo. (Fuente: Aci Prensa).

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