Peje, Chávez, Fidel y toda la cuadrilla

 

Un pésimo argumento para justificar el no votar por AMLO es que vamos a acabar como Venezuela o Cuba. María de la Lama, en el artículo que publicó el jueves de la semana pasada en este mismo espacio, sostiene que AMLO legitima su candidatura y su campaña en postularse como el héroe y a los otros (capitalistas, tecnócratas, ricos, miembros de otros partidos o cualquiera que no esté de acuerdo con él) los villanos. La estrategia a seguir se vuelve entonces simple: eliminar al villano.

Sin embargo, AMLO no es el único que plantea la realidad de esta manera. Actualmente, creo que todos los candidatos presidenciales lo han hecho, poniéndose ellos como los héroes de la campaña electoral que consumarán por fin, cien años después, los ideales revolucionarios llevándonos hacia un México más próspero, más libre y más justo. La única diferencia, es que AMLO lo dice abiertamente y que lleva casi dos sexenios diciéndolo. Eso sin duda lo hace más creíble, más intimidante y amenazador.

La realidad no se divide entre héroes y villanos; y así como no basta que suba una persona “buena” o “menos corrupta” o “más inteligente” para cambiar a un país mientras las instituciones sigan siendo débiles, corruptas y malas, tampoco una persona “mala” ni “medio loca” es condición suficiente para llevarnos a quedar como Venezuela.

Por si el argumento anterior no pareció convincente, propongo la siguiente comparación de panoramas: Venezuela en el año que ganó Chávez, Cuba en el año que subió Fidel y México ahora.

Situación política. La revolución cubana sucedió en un contexto de posguerra y de Guerra Fría, donde la izquierda volvía a tomar poder (la URSS todavía era una potencia cuyo modelo económico parecía estar dando hasta mejores resultados que el modelo capitalista). El represor gobierno militar de Batista favorecía únicamente a una élite. No era un contexto democrático y llevaba gobernando más de seis años de facto (sin haber sido elegido).

Por otro lado, en los años 90 Venezuela se encontraba en una crisis política, ya que durante un largo período fue un gobierno corrupto, teatro democrático, donde la élite del sistema bipartidista escogía a los sucesores del poder, turnándose el poder entre ambos partidos. Chávez dio una fallido golpe de estado en 1992 y lo encarcelaron. Este acto lo posicionó como una verdadera oposición. Chavez ganó en una coalición con varios partidos de izquierda en las elecciones de 1998. Además, en el 2000, el partido de Chávez ganó mayoría relativa en el congreso con un 46% de los votos que le da, por la forma que reparten escaños en Venezuela, el 55% de los escaños. Esto le dio una mayoría absoluta en el congreso, lo que le permitió modificar la constitución y pasar tantas leyes.

Ahora en México nos encontramos con una, como dijo Silva-Herzog, destrucción del sistema de partidos. Contrario a lo que fue la alianza de izquierda de Chávez, la unión de Morena con el Partido Encuentro Social dista mucho de ser una verdadera izquierda. Sí, hay un desencanto generalizado, una pérdida de los ideales partidistas. Sin embargo, no nos encontramos en un contexto de posguerra. Ya se probó que la economía comunista no funciona, no tenemos ni por asomo un sistema bipartidista como el de Venezuela antes de Chávez ni estamos bajo un régimen autoritario de una sola persona o un solo partido (posiblemente en los años 80 podríamos haber dicho que sí, por la hegemonía del PRI, pero no ahora). Además, en el 2012 pese a que Peña Nieto ganó con mayoría relativa (igual que Chávez) y que el congreso (tanto senadores como diputados) obtuvieron una mayoría relativa del PRI en cuanto a votos, debido a los candidatos plurinominales y a cómo se asignan estos, el PRI no alcanzó la mayoría absoluta en ninguna de las dos cámaras, contrario a lo que pasó en Venezuela. Es decir, hay muy pocas probabilidades de que si AMLO gana, igualmente gane la mayoría absoluta en ambas cámaras. Nuestras instituciones son débiles, pero no tanto como las de Venezuela y Cuba en esos tiempos.

Economía. En Cuba, mientras que La Habana se desarrollaba económicamente, en las provincias y el campo la miseria y estancamiento aumentaron (Agrupación Católica Universitaria, «Encuesta de los trabajadores rurales 1956-57»). Como ya dijimos, el comunismo todavía se veía como una opción viable que llevaría a toda esta gente en la miseria a mejores condiciones de vida.

Venezuela, por su lado, atravesaba una crisis económica muy dura debido a la caída del petróleo. En 1998, el petróleo era una de las principales fuentes de ingreso del país, la caída de su precio y el retraso en el crecimiento económico mundial (dentro de otras cosas) llevaron a una inflación de más del 28% entre 1996-1998.

En México, este enero tuvimos una inflación de más del 5% con respecto a la inflación de enero del 2016. No nos encontramos en una crisis petrolera mundial, aunque sigue siendo una fuente importante de ingreso, que el año pasado aportó menos del 12% a los ingresos totales del gobierno, a comparación con Venezuela. Además, aunque somos un país centralista, la Ciudad de México no es la única que crece económicamente, pasaba en La Habana antes de Fidel.

Situación social. Aunque hay muchos puntos aquí comparables, me centraré solo en uno: la verdadera izquierda. Tanto Fidel como Chávez ondearon la bandera de la izquierda en alto, siendo sus aliados gente de la misma tendencia. Su ideología (si la conservaron o no, es otro rollo) era identificable. ¿Qué izquierda representa Morena cuando se alía con el PES?

Con este rápido análisis, donde estoy segura quedan muchos puntos por debatir, quiero reafirmar: argumentemos contra AMLO (y los otros candidatos) con certezas y no con supuestos. Suponer nos lleva a tomar malas decisiones, mientras que investigar, discernir y decidir nos pueden llevar a unas mejores. Si tanto miedo le tenemos a AMLO, es que no hemos hecho nada por fortalecer nuestras instituciones. Como dije, no basta con una buena o mala persona para mejorar o destruir un país, sino un verdadero cambio institucional. Critiquemos a AMLO por sus propuestas, por su cerrazón, por su juego de villano-héroe. Pero hagámoslo igual con los otros candidatos y dejemos de argumentar que esta será la próxima Venezuela.

 

Por Renata Millet*
milletrenata@gmail.com

* Estudiante de Ciencia Política en el ITAM y de Pedagogía en la UNAM. Lectora, amante del mar y la navegación.

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