Pumas vs América: La odisea

Cuando uno como yucateco piensa en ir a un Clásico Nacional, se imagina futbol, cerveza, pasión y muchos goles. Sin embargo, la aventura, es mucho más que los 90 minutos que dura el partido.

 Antes de gozar el duelo y los demás placeres que guarda consigo, uno debe prepararse mental y físicamente para un serie de pruebas que el futbol pondrá en tu camino, pero que si tienes la paciencia te lo recompensará (o no).

 El primer obstáculo por librar es la compra de los boletos, para los cuales deberás hacer una cola de por lo menos una hora (si te va bien).

 Una vez conseguido este punto, lo siguiente es llegar por lo menos tres horas antes del inicio (empezó al mediodía), de lo contrario tendrás que estacionar tu carro a casi 1 kilómetro del mismo y te cobrarán los mismos 80 pesos que cuesta el privilegio de resguardar tu carro.

 Al menos la directiva de los Pumas tuvo el detalle de poner a disposición de la afición unos autobuses para acercarte al Olímpico Universitario.

 Procedemos al cateo por parte de los policías, que no se tocarán el corazón al cumplir su labor.

 Por fin adentro, queda buscar tu entrada y si tienes la suerte, encontrar tu número de asiento si no, algún lugar disponible.

 Luego de esperar una o dos horas (dependiendo lo temprano que llegaste), es hora de disfrutar el duelo, que por como venían los conjuntos (el América llevaba una victoria y un empate y los Pumas dos victorias), prometía y nos hacía pensar que iba a valer la pena todo el martirio.

 

Policías a caballo esperan en la entrada del estadio.

 Como tradición, los del Pedregal salen a cantar el himno de la UNAM. Este es un momento curioso, porque todos los aficionados de los felinos, por unos instantes, se creen estudiantes de la máxima casa de estudios, aunque no hayan estudiado ni siquiera una licenciatura en alguna otra alma mater.

 Debido a que el partido es al mediodía y pese al frío de la Ciudad de México, el sol quema y por consiguiente da calor. Según el pronóstico, nos encontramos a unos 24 grados. Demasiado para unos chilangos que no están acostumbrados a ello.

 Para calmar el calor, me dispongo a pedir una cerveza. 80 pesos es el precio que marca la mochila del vendedor que contiene el barril. Pago con un billete de 100, pero el encargado de cobrar me dice que “no tiene cambio” y que si “me lo podría pasar después”.

 Confiando en él, decido aceptar. Error. Esos 20 peses pasarán a ser parte de su propina no planeada y será dinero menos para la siguiente tanda. Lo positivo de esto es que al menos estoy tomando alcohol, no como los de la porra del América, quienes por seguridad podrán ingerir levadura de cerveza, pero sin aquel elemento.

 Esta medida me parece ridícula, ya que el verdadero estacionamiento del estadio (no en donde me quedé), se convierte en una cantina antes y después del cotejo, pese a que se hacen “revisiones” o al menos a las personas que no son parte de alguna porra le revisan el carro para no llevar alguna sustancia ilícita, las cuales siempre están.

 Una vez resuelto el problema de la sed, me dispongo a disfrutar del duelo que esperé toda la semana. En mi cabeza me digo que, si el yucateco Henry Martín y no Martin como le dicen los comentaristas, anota y pierden los Pumas, no me molestaría. Mi sorpresa es que no pasa ni una ni la otra. Lo único que ocurre es que al fin alguien que no es de Mérida, puede pronunciar correctamente su apellido.

 Rueda la pelota y se escucha el grito de guerra (el Goya), en todo el estadio. La porra del América que asistió, que calculo fueron unos 4 mil, intentan opacarlo, pero la realidad es que nunca lo logran.

 Los de la Monumental no son locales ni en su cancha ni de visita en el Clásico Nacional. Los de Pumas son por lo menos 10 veces más que ellos y los eclipsan cuando se animan a apoyar a sus Águilas, como pasa en el mítico estadio Azteca.

 Al menos en el duelo de porras, que es lo que más se disfruta, ganaron los locales.

 Las emociones en el terreno de juego no fueron las esperadas. Fue un duelo peleado, pero ningún equipo estuvo fino para cuando crearon peligro de dar centros acertados o mandar su disparo a la portería. Al final el duelo finalizó 0-0 y los Pumas seguirán como los líderes del torneo al menos hasta la jornada 4.

 Sí, me declaro culpable, volvería pasar este martirio para regresar a ver un Pumas vs América. El amor que le tengo al futbol es más que todos los obstáculos que debo pasar por disfrutar uno de los clásicos más importantes de nuestro futbol mexicano.

 

Rodrigo Corona

Corresponsal de Punto Medio en la Ciudad de México

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