¿Regalos o mensaje de Salvación?

Oportunas y muy certeras nos parecen las declaraciones que hizo el presbítero Jorge Martínez Ruz, vocero de la Arquidiócesis de Yucatán, quien lamentó, como se publicó en la página 6 de la edición sabatina de PUNTO MEDIO, que se esté perdiendo el verdadero sentido de las posadas, cuyo propósito original era recordar el entorno en que Jesucristo vino al mundo y los apuros que pasaron sus padres el día en que Él nació. Ahora, señaló el sacerdote, posada le llaman a cualquier fiesta o convivio en que, en vez de promover la unión familiar, la paz y la reflexión, se incurren en excesos como el consumo de alcohol, los cuales terminan afectando a la familia.

Y decimos que nos parecen muy certeras porque en estos días en que están de moda los intercambios de regalos no somos pocos los que notamos que recibir un buen obsequio, lo más costoso posible y que sea exactamente lo que uno quiere, se ha vuelto la preocupación de muchas personas.

No somos ni sacerdotes ni pastores de alguna religión, tampoco tenemos conocimientos profundos de la Biblia, pero sí nos alcanza el coco para reflexionar acerca de lo que se supone que celebramos todos en la Nochebuena y la Navidad.

En lo personal nos ha llamado siempre la atención el entorno en el que quiso nacer el Hijo de Dios. Usted lo sabe, María y José eran unos padres bastante pobres, que tuvieron que hacer un viaje de Nazaret a Belén para empadronarse por órdenes del gobernante de la época. No por traer con ellos al Rey de Reyes recibieron o pidieron trato preferente a la hora de buscar hospedaje, y finalmente no tuvieron más remedio que acomodarse en un establo. En contra de lo que pensamos en el sentido de que un rey, un gran sacerdote o el mismo Dios lo pueden y merecen todo, en la Biblia se asienta que Jesús nació en medio de la pobreza, y si bien poco después llegaron a visitarlo los tres Reyes Magos trayendo oro, incienso y mirra, el sentido de esa triple ofrenda no es simplemente el de llevarle regalos a una persona extraordinaria, sino subrayar el triple carácter que le reconocían al recién nacido y futuro Redentor como rey máximo, Dios todopoderoso y sumo sacerdote. Y además el Libro de Libros no dice que llevaban, por ejemplo, un cofre lleno del metal dorado, sino más bien se entiende que fue una pequeña y simbólica muestra.

Así que, salvo la mejor opinión de usted, en estas fechas lo más relevante para los creyentes y no creyentes no deberían ser los regalos ni las fiestas, sino la reflexión y la toma de conciencia de que en esa ocasión fue muy evidente que “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”, como se asienta en los versículos del 16 al 18 del Capítulo 3 del Evangelio de San Juan.

Nos gusta para cerrar este comentario la siguiente declaración del mismo padre Martínez Ruz incluida en la citada nota: “Éste es un tiempo para vivir y poner en práctica valores universales, como promover la paz y el enriquecimiento espiritual y, sobre todo, para dedicar tiempo a los demás, en especial a los hijos…”

Usted ¿se va a ir sobre los regalos, o buscará el verdadero y muy valioso mensaje de Salvación de Nochebuena y Navidad?

Por Gínder Peraza Kumán

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