Segunda Plana

NOS PARECE QUE no es exagerado afirmar que ayer fue un día histórico para los meridanos, pues comenzó el desalojo de 52 vagones y 15 locomotoras, además de 15 mil toneladas de fierros, del terreno de 8 hectáreas denominado La Plancha, con miras a la construcción del Gran Parque de La Plancha. Como le detallamos en la página 9, el adjetivo “gran” no es inapropiado para el proyecto, pues incluirá una zona de cultura y arte, otra de museos, un corredor verde y un área de usos múltiples, todo un conjunto al cual estará anexa la Escuela Superior de Artes de Yucatán, instalada desde hace mucho en lo que fue el edificio central de la estación de trenes. Vale la pena subrayar una frase del gobernador Rolando Zapata Bello que resume la importancia del momento que se vivió ayer: “El gran tema de un parque en La Plancha es algo que hemos escuchado durante muchos años. Pues hoy (el proyecto), hoy tiene certeza y claridad en el futuro”. El jefe del Ejecutivo ofreció trabajar muy fuerte hasta el último día de su gobierno para que el proyecto avance; después, quien lo suceda y la sociedad y sus medios de comunicación tendrán que estar pendientes de que todo se lleve a cabo como se ha planeado.

CIENTOS DE MADRES y padres de familia salieron ayer al Centro Histórico a disfrutar como todos los años de un espectáculo que a los yucatecos nos encanta, y que muestra cómo somos hasta ahora, afortunadamente: el desfile infantil del carnaval. Seguramente usted conoce el afán y el gusto con que muchos padres de familia compran los materiales que las madres necesitan para confeccionar, con ilusión y amor, el disfraz que sus hijas o hijos lucirán el jueves de las carnestolendas. Con las sonrisas de sus niños y niñas se sienten ampliamente pagados. Hay excesos, sí, en la fiesta de la carne, de adultos perdemos candor y ganamos picardía, pero aquí el carnaval sigue siendo una fiesta de todos y para todos. Y cuando vemos la alegría infantil no podemos menos que afirmar, igual que los críticos del supuesto liberalismo que defiende el “consumo lúdico” (con esa frase tratan de disfrazar algo negativo) de enervantes, que para divertirse no es necesario embrutecerse, ¿mas si no?

 

Por Gínder Peraza

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