SEGUNDA PLANA – PUNTO MEDIO

QUIZÁS USTED ya percibió que la guerra sucia que suelen desatar las campañas electorales empezó temprano esta vez. Sin pudor alguno o con poco recato, políticos de todos los colores se lanzan a exponer los trapitos sucios que encuentran a fin de socavar los esfuerzos de sus rivales, incluso dentro de sus mismos partidos, ya sea por ganarles la partida o simplemente empujados por ardores personales. Hasta ahora en el PAN el objetivo preferido de esos incipientes es el alcalde meridano, mientras que en el PRI el único que ha sido bombardeado, con o sin razón, es el secretario de Desarrollo Social. Bajo aquella premisa antigua de “calumnia que algo quedará”, los ataques no sólo continuarán, sino que se harán más viscerales y numerosos. Nada nuevo, así es la política, recordarán algunos. Lo malo es que hay muchos electores que no tienen suficiente información para diferenciar entre la verdad y la mentira, entre lo que es relevante y lo que tiene poca o ninguna importancia.

“ODIO DECIRLO, pero se los advertí”, expresaría alguien que coincida con nosotros en que los parques de energía alternativa, eólicos o fotovoltaicos, darán muchos problemas antes de que se conviertan eventualmente en una realidad. En una Segunda Plana anterior dijimos que así como existen campesinos y ejidatarios conflictivos, también hay empresas que quieren aprovecharse de la ingenuidad o ignorancia de los dueños de la tierra para embolsarse grandes ganancias, a menudo con la complicidad de funcionarios de los tres niveles de gobierno. Pues bien, a la luz de las denuncias que acaban de hacer los comisarios ejidales de Motul, Cansahcab y Sinanché la actitud de muchos inversionistas de parques eólicos en nuestra entidad es negativa, ventajosa y agresiva, y con esa actitud lo único que van a lograr es alborotar el gallinero y que les bloqueen sus proyectos, porque si bien los yucatecos son gente tranquila, también tienen decisión para hacer valer sus derechos cuando perciben que los quieren engañar. ¿Prevalecerá la razón? Ojalá, porque Yucatán no puede cerrarse a la transformación de los sistemas de producción de energía, a menos que quiera cerrarse también las puertas del desarrollo.

 

Por Gínder Peraza.

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