SEGUNDA PLANA – PUNTO MEDIO

Y NO ES QUE no se haya hecho nada, se ha hecho mucho, pero falta mucho más. El creciente problema de la deficiente vialidad en Mérida preocupa desde luego a los comerciantes organizados porque, como señala la Canacome en la nota que le ofrecemos en la página 14, la cuestión no atañe solamente al transporte urbano de pasajeros, sino también a los dueños de automóviles, que pierden en sus vehículos muchísimas horas/hombre que podrían dedicarse a la productividad, y también tiene que ver obviamente con el comercio en sí, con el transporte de bienes y servicios, porque en una ciudad con problemas viales todo se hace más caro. En los últimos años se han construido puentes y distribuidores viales sobre el Anillo Periférico, y ahora mismo están en construcción o a punto de empezarse otras obras de ese tipo, además de las calles renovadas y avenidas nuevas construidas, en esfuerzos que comparten los gobiernos estatal y municipal. Pero, insistimos, falta mucho más, ante el extraordinario crecimiento de la mancha urbana y el marcado aumento del número de vehículos en la capital yucateca. Ahí está uno de los grandes retos que esperan al próximo gobierno estatal.

AUNQUE FUERA de Yucatán muchos quizás no lo crean, las fotos y el testimonio de nuestros reporteros (página 13) confirman que buen número de yucatecos siguen teniendo a la religión como parte integral de sus vidas, así que, como cada año, muchos hacen colas en las iglesias para cumplir el precepto de confesarse con miras a ser testigos otra vez del nacimiento de Dios hecho hombre, de la Navidad que, en su sentido más lato, viene a ratificar que el Creador todavía cree en la bondad de su creación, en la fidelidad del hombre y la mujer hacia Él. Pésele a quien sea, la fe vive afortunadamente en muchos habitantes del estado y marca su conducta, que unida a la de cientos de miles más viene a contribuir de manera decisiva en la formación de una sociedad que cree en el respeto, la limpieza, decencia, caridad, compasión y otras buenas cualidades. La paz de Yucatán no es una condición basada en el sistema de gobierno o la vigilancia policiaca, sino en los buenos corazones, entre ellos los de los creyentes.

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