Sin glamour ni dinero, actores llegan a la vejez

María Félix entra a una hacienda en la época de la Revolución mexicana. Monta un caballo, lo cual tiene preocupado al equipo de producción… “¡Corte!” La diva se hace a un lado y entra Xóchitl del Rosario. Luce como La Doña pero, a diferencia de ella, es experta en escenas de peligro: está por caer del equino. La joven Xóchitl no ve en esa experiencia el riesgo, al contrario, es maravillosa, increíble. “Estas son las mujeres que necesitamos en México”, le decía Félix. La Generala (1970) fue la última película en la que trabajó con ella pero también fue doble de Saby Kamalich, Susana Dosamantes y otras actrices de la época de oro del cine mexicano que no se atrevían a hacer esas escenas.
Xóchitl ahora tiene 84 años y cumplirá tres viviendo en La Casa del Actor, un asilo en el que están 41 huéspedes que figuraron alguna vez en el mundo artístico. Lamentablemente hay papeles que son difíciles, incluso para una mujer tan osada como ella. Extraña a su esposo, el también actor y doble Raúl Martínez Yáñez, quien falleció un día antes de la Nochebuena, el 23 de diciembre pasado. Con él vivió una vida y los meses recientes en este nuevo hogar.
Xóchitl es hospitalaria. Con el cabello corto, bien peinado, presume los toques lila que se acaba de hacer; abre la puerta de su habitación que revela el paso del tiempo: hay lo mismo collares, flores y sombreros, que medicamentos y estampitas de santos junto a las tres enormes fotos de sus gatos.
“Todos tenemos un motivo diferente para estar aquí, yo me vine por soledad, porque tengo familia. No tienen tiempo de cuidarnos y de atendernos. Ni quieren, esa es la verdad, ya viejos no nos quieren. Yo decidí venirme aquí”.
Como muchos de sus compañeros, la mayor parte del tiempo lo pasa en soledad, haciendo algunas actividades. Antes de entrar a la casa, recibía una pensión por parte de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), pero ésta fue absorbida para contribuir con los gastos de comida, médico, medicinas, enfermeros y demás.
A sus gatos los cuida alguien más. Fue una decisión difícil. A cambio, ella tiene la compañía de Carlos Font, Susana Velasco, Bárbara Miranda, Nelly Horsman, Tere Sevilla, Sonia Blanco, Consuelo Limón, Alfredo Lara, Antonio Maciel. Todos esos nombres se leen en las puertas de madera entre los pasillos del lugar. Todo el teatro, cine y baile que alguna vez conmovieron están ahí reunidos en el silencio, sobre un limpio pasillo y puertas que encierran historias.
La vida de los actores ocurre entre el glamur y pareciera que gozan de estabilidad económica siempre. La realidad es que sólo unos cuantos logran llegar a la vejez con condiciones de salud que les permite seguir trabajando y generado dinero, como en el caso de Ignacio López Tarso, Sergio Corona, Carmen Salinas o Rafael Inclán.
Los que no encuentran trabajo o no pueden hacerlo recurren a sus ahorros o a la ANDA. Las pensiones más altas que entrega a sus trabajadores son de aproximadamente 3 mil 500 pesos. Pocos pueden vivir con eso.
Por ello, el actor Humberto Dupeyron, vecino de Xóchitl, decidió mudarse aquí hace cinco meses.
“La pensión que tenía era buena pero no me sirve para vivir, con eso no vives, ni pagas la luz, la renta, la comida. Prefiero darlos aquí y con esto y el otro juntamos más o menos para vivir. El gobierno también me da un apoyo para adultos mayores”.
Humberto ha sido reconocido por su monólogo El Gorila, de Franz Kafka, que en 2016 celebró 27 años ininterrumpidos funciones. Sin embargo, su esclerosis múltiple, la imposibilidad para caminar y el vivir en soledad lo convencieron de volverse huésped. Sus cuatro hijos están de acuerdo con la decisión pues, dice, cada uno tiene su vida y ritmo de trabajo.
Mañana martes entrará a una cirugía a consecuencia de una vieja lesión que lo lastimó de las vértebras pero con su buen humor, o como le dicen, con su “sangre ligera”, asegura que en cuanto salga retomará El Gorila y un monólogo que está escribiendo sobre su vida.
Su cuarto es todo lo contrario al de Xóchitl porque tiene sólo lo necesario. Eso sí, sobre su mesita descansa un sobre de té de manzanilla, plumas y un libreto que está leyendo. En el tiempo que lleva aquí le ha tocado presenciar la muerte de cinco compañeros y también se ha encontrado con actrices con las que trabajó pero que no se acuerdan de él por culpa del alzheimer. Juega con ellas y las saluda guardando para sí los recuerdos.
“Habrá actores que no quieran estar aquí porque tienen posibilidades, tienen familia, dinero, pero hay otros que no podemos, algunos tendrán dinero pero no tienen a alguien y hay quienes no podemos trabajar”.
Abel Casillas, actual secretario general de la ANDA, dice que los actores que han cotizado por lo menos 15 años de manera constante reciben el apoyo mensual que, reconoce, es poco para las necesidades de la vejez.
Con que los actores coticen 8 mil pesos al año tienen derecho a hospital, y servicios funerarios.
En México hay unos 30 mil actores de los cuales 7 mil 460 están registrados en la ANDA. De éstos, mil 500 son de la tercera edad.

 

Texto y fotografías: El Universal

 

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