CLAUDIA RUIZ MASSIEU La excanciller fue nombrada como nueva presidenta nacional del PRI. En su discurso manifestó que, desde la unidad, el tricolor logrará replantearse y reformarse para volver a ser un partido grande. Del mismo modo reiteró su simpatía hacia el partido y el país.

El PRI navega con banderas abajo. Sí, el barco luce tembloroso en un mar político muy picado y con marejada. Los números, negros nubarrones y malos presagios, dan razones que no pueden ocultarse. Según el especial “Derrota y crisis sin precedentes” de la periodista Martha Martínez, originalmente publicado en Reforma –y que hoy también reproducimos en nuestras páginas centrales– el pasado primero de julio representó para el Revolucionario Institucional su peor jornada en años, 89 para ser precisos. Finalmente ocurrió: el PRI ya no tiene acorazados de guerra ni botes de eslora grande para presumir. El otrora gigante electoral está tumbado en la arena, sacándose agua de la panza y es ahora cuando, solitario náufrago, va a tener que empezar de nada, de las cenizas, de cero. En la costa, va a tener que reconstruir el reino, aprender a esperar a que la tormenta en el mar pase, pero sobre todo, a seguir los vientos que el país ordena.

 

 

 

JOSÉ MANUEL LÓPEZ CAMPOS El presidente la Concanaco aseguró que no es sano que en los estados se establezcan “gobiernos paralelos”, por lo que solicitará informes de los alcances de las figuras de coordinadores generales de programas sociales, anunciados por el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

En ese mismo tenor, ayer, en rueda de prensa, René Juárez Cisneros, un capitán de guerra emergente, renunció a la Presidencia del tricolor, un signo más que prueba lo arriba escrito. Juárez Cisneros destacó dos ideas: las cúpulas deben dejar de decidir y que los procesos internos deben democratizarse. En su lugar, otra capitana con experiencia, Claudia Ruiz Massieu toma el timón de un barco que ha encallado, pero que puede reconstruirse. No por nada, al interior del partido, se comienza a hablar de un cambio de imagen ¡y hasta de siglas! No obstante, queda claro que si no se arregla la quilla, si no se tapan los hoyos de la eslora y el casco no se refuerza, toda transformación será inútil. Si el cambio no es profundo, el PRI seguirá atorado en las piedras del arrecifie. A fin de cuentas, mal harían los muchos revolucionarios que quedan si no responden a una pregunta que Juárez hizo con arte oratorias: “¿Nos cambiaron porque no cambiamos?” Responder ese asunto correctamente implicará para el PRI encontrar cielos despejados, corrientes propicias y vientos buenos para navegar. En resumen, les brinda futuro. Sólo de ellos depende hacerlo.

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