3 a 1

Armando Escalante
Periodista y analista político

No funcionó la batería de llamadas telefónicas en la madrugada. No funcionó el descrédito fabricado mentirosamente sobre una pista de hielo versus una villa navideña con atractivos y juegos, con enorme área de patinaje. Tampoco sirvieron los bots de Calcuta, Nepal, Bangladesh… y menos funcionó la encuesta “patito” que “alteraba” todos los demás muestreos. Ni siquiera las notas del periódico extorsionador y su hermano gemelo —rey de la calumnia— pudieron romper con la voluntad del elector meridano que sin embargo, soportó estoicamente aquella maxima de “calumnia que algo quedará”.

Ver a tantos adversarios políticos juntos —enfrentados entre sí— coincidiendo en un solo fin: disputar la alcaldía de Mérida, fue algo aterrador. Pensar que los electores quisieran volver a patear su suerte y con absurda frescura elegir como su alcalde o alcaldesa a alguien que ni idea tiene de cómo funciona la ciudad, generaba cierto temor. Algo así como lo que sucedió en la pasada elección presidencial, cuando muchos mexicanos votaron por la peor opción que hoy nos tiene en la antesala de un conflicto postelectoral.

Con tantos “ismos” representados, el partido gobernante —el PAN— suponía que no había peligro para su candidato porque del otro lado, algún “genio” decidió dividir las intenciones del voto para formar un bloque de varios ladrillos que jamás serviría como dique sólido. Así lo mostraron prácticamente todas las encuestas, derivando en una campaña política plena de golpes bajos y de cartuchos de salva que tiraron contra Renán Barrera, sin representar peligro alguno.

Aún con el triunfo en la bolsa, el alcalde meridano Renán Barrera propone una reconciliación porque la ciudad ya no es la misma y como se vivió en la elección, los votantes tampoco son los mismos. Las exigencias han cambiado y el ciudadano quiere algo diferente a vivir simplemente una Mérida que vaya a más. Es larga la cantidad de pendientes que tiene encima pero sin duda deberá atenderlas todas. Ese es su trabajo.

El xix.— Vamos a necesitar mucho pegamento en este país para unir nuevamente todo lo que en los últimos 60 días se rompió. Pegar las partes, fundir las piezas unas con otras, soldarlas y volverlas una sola. Terminó la campaña como muchos suponíamos, con los resultados que nos dieron los ciudadanos que organizaron las votaciones bajo la celosa supervisión del INE. Desde hoy redoblemos los esfuerzos por valorar lo alcanzado, por felicitarnos a nosotros mismos por haber ratificado nuestro voto en favor de Mérida y de Yucatán, versus un país dividido donde el fantasma del autoritarismo se asoma sonriente y triunfador, amenazado con perder la incipiente democracia que había alcanzado.

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