Las lecturas del Guasón

Por Carlos Hornelas

A propósito del estreno de la película “Joker” dirigida por Todd Phillips y protagonizada por Joaquin Phoenix, he tenido charlas con amigos y compañeros en las cuales hemos intercambiado comentarios acerca de sus méritos cinematográficos, así como de sus diferentes lecturas.

Y es que se pueden realizar múltiples lecturas, dependiendo del énfasis que se haga en cualesquiera de sus elementos. Por ejemplo, es distinto si se trata de sus logros técnicos a hablar sobre la verosimilitud de los hechos narrados, a los efectos y afectos detonados en la audiencia, o bien, si se analiza la psicología del personaje, para citar algunos aspectos.

Dado que se trata de un contenido ficcional, una impostura sería equiparar en todo momento la cinta con la realidad, porque el cine no aspira a ser necesariamente un espejo de la realidad. Como dijera mi entrañable amigo cineasta, Mario Helguera, la experiencia fílmica te permite experimentar cosas que tal vez no podrás hacerlo de otra manera: viajar a las estrellas, conocer otras épocas, acompañar al protagonista en aventuras a través del tiempo o enfrentar a seres de otro mundo.

En este sentido, el autor de la obra (y el director del filme, cabe aquí) propone una determinada lectura a partir de la materia plástica-estética puesta a disposición para la audiencia, quien parte de esa base común para su interpretación. Lo cual no quiere decir que en cierto momento del proceso la obra escape de las manos del autor y la audiencia pudiera interpretar sus intenciones comunicativas de manera tan distante del original que termine siendo otra obra distinta.

Umberto Eco dedicó parte de su vida a la develación de este misterio. ¿Qué es más valioso: la intención comunicativa original del autor o la interpretación final subjetiva del lector? En su libro “Lector in fabula” dedicado al asunto que tratamos, establece, a partir de las ideas de Charles Sanders Peirce, que no se trata de un extremo o de otro, no es una relación excluyente sino de una cooperación en la cual autor y receptor comparten las piezas que tienen en común para poder negociar el sentido de la pieza comunicativa.

Si no hay cooperación no hay comunicación. Sin destinatario no hay puerto para que el mensaje atraque.

Por otra parte, a partir de las diferencias se organizan las distintas lecturas, que dependen de diversos factores: atención, motivación, interés, gusto personal, entre otros. Asimismo, entran en consideración elementos tales como la cultura general, el conocimiento respecto al tema, la predisposición a ciertos temas, entre otros.

Por ello, no creo, como afirman algunos que haya una relación directa entre la proyección de la película y la manifestación de la violencia en la sociedad. Como diría el cantante de rock, Miguel Ríos, “el rock no tiene la culpa”. Eso si, hay quienes tienen una tendencia a establecer vínculos de causalidad en donde hay asociación de casualidades, como aquellos que piensan que si visten la camiseta de su equipo les pueden granjear la victoria independientemente del nivel de juego, el rival, las indicaciones del entrenador, etcétera.

Si se han dado episodios en los cuales los protagonistas de dichos incidentes declaran que habían sido inspirados por el contenido de la película, será necesario saber si no existía un precondicionamiento que pudiera haber sido detonado y que habría sido disparado igualmente con cualquier otro estímulo distinto, porque al fin y al cabo dicha condición reside en el sujeto.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.