Mucho más allá

Por: Juan Esteban Méndez

Mae Govannen, estimados lectores. Hace dos semanas del estreno de una de las secuelas más esperadas (y lucrosas) de toda la historia de Disney: Frozen 2. Aunque he intentado mantenerme al margen de las críticas, no he podido evitar escuchar muchas opiniones sorprendentemente negativas hacia una película que yo consideré incluso mejor que su predecesora.

No es que las críticas estén infundadas, al contrario, a pesar de que disfruté la película tal vez incluso más que el público meta, no estoy cegado a sus debilidades de historia y, en cierta medida, de ritmo. Todos estos problemas existen dentro del filme, pero la verdad es que también existen en muchos otros y eso no nos impide considerarlos buenos. Para mí, las virtudes y bondades de Frozen 2 brillan más  que cualquier crítica negativa que pudiera hacerle.

Podría hablar ampliamente del grandioso logro en la animación (quizá la mejor de Disney hasta ahora) o cómo la nueva madurez de la música refleja esa misma madurez en la película. Sin embargo, lo mejor que esta secuela nos dejó son sus personajes, especialmente, Anna y Elsa.

Anna empieza la película como una chica codependiente e insegura de sus relaciones, sin un papel fijo en la narrativa más que ser la hermana de Elsa, pero termina (SPOILER ALERT) no solo como la Reina, sino como una mujer segura que acepta el cambio y conoce su lugar fuera de sus relaciones afectivas. Aunque sin duda la historia de Elsa puede opacar un poco la de Anna: Elsa ha pasado toda su vida aislada y atemorizada de sí misma, sin saber qué son o por qué tiene sus poderes.

Esta película está hecha para contestar esa incógnita, pero también para que Elsa, por fin, abrace todo lo que ella es: sus poderes, su fuerza, su pasado, sin miedo, al contrario, con orgullo. Ambas hermanas se vuelven en un icono de la nueva juventud, representando los ideales que representan a esta generación, y por eso Frozen 2 es un éxito en mi opinión.

Nadie crea personajes entrañables como Disney, y por eso seguimos yendo a ver sus películas, año con año, generación con generación.

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