A 100 días de gobierno, no hay líneas de acción

En 100 días del nuevo gobierno, una de las cifras más novedosas para el sector Cultura es la de cerca de un millón de visitantes a Los Pinos, que abrió sus puertas al público el 1 de diciembre. Si ese millón llegó por el morbo de conocer cómo vivían los mandatarios de México o por la oferta cultural, esa es otra historia.

Junto con Los Pinos, Cultura tiene nuevas tareas, dependencias y espacios, como el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart).

Andrés Manuel López Obrador planteó el 18 de febrero que el centro penitenciario de las Islas Marías se transforme en un centro de arte, cultura y de promoción del cuidado ambiental, aunque una propuesta posterior sólo incluyó lo ambiental, y será la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) la responsable de su administración.

Otra de las nuevas tareas de Cultura es la de su traslado a Tlaxcala.

Estas acciones, coinciden expertos en política cultural en México, Eduardo Cruz Vázquez y Carlos Lara, son parte del juego de símbolos que importan mucho al nuevo gobierno.

“No dejan de ser un asunto administrativo”, sostiene Cruz. “Son simbolismo hueco”, apunta Lara.

LO QUE HA PASADO

La apertura de la exresidencia oficial de Los Pinos generó desde las primeras horas del 1 de diciembre una inusitada respuesta. La expectativa por entrar coincidió con la proyección de Roma, del cineasta Alfonso Cuarón.

La apertura del lugar también abrió la historia de la colección de arte de la Presidencia, un conjunto de 33 pinturas, de las cuales sólo unas cuantas se encontraron en el recinto y cuyo destino no dejó acotado el gobierno saliente —como el de muchos bienes muebles en la exresidencia—. Personal de Cultura informó que la colección se encuentra en una bodega.

En torno a Los Pinos no han faltado los anuncios y noticias; sin embargo, lo que sí ha faltado es un programa acerca del uso que dará al recinto la propia Secretaría de Cultura.

El pasado jueves, por ejemplo, eran pocos los visitantes a Los Pinos: los fines de semana llegan más personas, entre 10 y 15 mil, según personal del lugar. Los espacios se mantienen abiertos, pero el público no puede subirse a los cañones; el mantenimiento continúa, pero los jardines no se ven podados como en los primeros días.

Eduardo Cruz Vázquez, periodista y coordinador del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu), en la UAM Xochimilco, no ve trascendentes las nuevas funciones de Cultura: “El manejo de espacios como Los Pinos se inscribe en una consecuencia lógica de que es un área que puede hacerlo. Sin embargo, no deja de ser un proceso administrativo. Lo central es que en este periodo no hemos identificado con plenitud las diferencias con relación a la gestión pasada”.

MÁS QUE PROYECTOS, OCURRENCIAS Y SÍMBOLOS

Cruz Vázquez lo sitúa en un contexto de crear símbolos: “Eso se suma (Los Pinos) por una oferta de campaña o porque hay una línea de régimen diferente. Simbólicamente es importante, se estaba mandando un mensaje al integrar un espacio destinado a la Presidencia. Es algo intrascendente frente a la necesidad de que la Secretaría haga entrega de todo el proceso que esto tendrá”.

Carlos Lara, analista de comunicación y cultura comparte la idea de que se apuesta por consolidar símbolos: “Todo espacio que se gane en favor de la cultura es bueno. Sin embargo, la lógica obtusa de querer hacer actos simbólicos permite que, más que proyectos, políticas o programas, éstos sean ocurrencias, palabra que no le gusta a la Cuarta Transformación, pero son ocurrencias enmarcarcadas en un simbolismo hueco, porque al presidente le encantan los símbolos”.

Lara celebra cómo la gente se ha apropiado del espacio y se pregunta dónde están los programas que lo definirán: “Lamento que se tengan que hacer esta serie de acciones que se le ocurren al presidente y que ponen a trabajar a Cultura. Sería mejor tener acciones organizadas que comprar petates para ver películas”.

Texto y foto: El Universal

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