A dónde iremos para olvidar

Por Jhonny Eyder Euán

Cerca de mi casa destruyeron un parque para construir uno nuevo que hasta lago para patos parece que tendrá. Lo malo es que la zona donde habrá agua antes era el área de juegos infantiles donde hace más de 20 años entraba a columpiarme con los amigos de la primaria.

Una cuadrilla de trabajadores se metió de lleno al parque y arrasó con bancas, rejas y hasta parte de la vegetación. Los hombres aparecieron de repente cuando algunos habitantes pasaban por la zona a bordo de bicicletas o caminando sobre las aceras.

La destrucción fue rápida pues el parque parecía un cementerio. Claro, los orquestadores de semejante acción aprovecharon que nadie podía entrar al parque desde hace un par de meses por la pandemia. Aprovecharon la ausencia de los chavos que suelen echar “la reta” de futbol en la cancha o de las señoras que se sientan a chismear en las bancas cercanas al kiosco.

Supongo que el nuevo parque quedará muy chévere y la gente tendrá escenarios más limpios para las fotos que comparten en redes sociales. Igual y sí, pero mientras los trabajos no concluyan y se sigan anunciando cambios, mejoras y planes, algunos estamos acongojados. Estamos tristes porque poco tiempo después de la destrucción, se autorizó a la ciudadanía volver a los espacios públicos. Entonces, en otras zonas de la ciudad los parques comenzaron a verse con paseantes, pero por aquí no porque sólo hay escombros y restos de cemento y cal.

Por ello las personas que madrugan para salir a correr ya no tienen donde hacerlo, ya que no hay muchas áreas verdes por estos rumbos. Otro caso son las personas que suelen sacar a sus perros a caminar, ¿a dónde irán?

Una remodelación del espacio público es buena y será benéfica para los vecinos, pero mientras no llegue el día de la reinauguración, algunos nos preguntamos a dónde iremos para pasar el rato.

Dónde iremos para olvidar los problemas, las tristezas y desdichas causadas por la pandemia.

Dónde iremos cuando no queramos seguir en casa y anhelemos sentarnos en el pasto para admirar el cielo, los árboles y las puestas de sol. Dónde iremos cuando nos fastidié la televisión y queramos sólo caminar y caminar.

A dónde iremos cuando tengamos ganas de ejercitar las piernas y manejar bicicleta, o simplemente cuando necesitemos despejar la mente. Un parque es esa sede de relajamiento que no tenemos hasta nuevo aviso.

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