Acanceh vive la pasión de Cristo

El cielo nublado y una fresca brisa que trajo el Frente Frío 52 acompañó al público y a los más de 120 actores encabezados por Andrés Medina Chalé cuando, a partir de las 12 del día, iniciaron los cuadros bíblicos ante Caifás, Poncio Pilatos y Herodes, incluyendo la liberación de Barrabás en medio de los gritos de los actores del pueblo que vivieron su papel con gran intensidad.

Medina Chalé personificó a Jesús por cuarta vez.

Ante la amenaza de lluvia, entre los vendedores de agua, refrescos y bolis aparecieron vendedores de paraguas que deseaban que cayera la lluvia, lo que afortunadamente no ocurrió, permitiendo el desarrollo de la representación que con mucho esmero prepararon los integrantes del Grupo Parroquial y Cultural Renacimiento.

—Es un orgullo para el pueblo contar con esta representación que cumple ya 38 años de una tradición que comenzaron “Muyo” Medina y Anacleto Pech y que hoy continúa la familia Estrella Escalante —comentó a Punto Medio Ignacio Euán, quien ha sido parte de este grupo durante muchos años con papeles de apóstol, cireneo y soldado judío entre otros.

Entre el público se destacaba la presencia de visitantes extranjeros que mostraban asombro al ver cómo los soldados rasgaron las vestiduras de Jesús para luego azotarlo de manera real una y otra vez, mientras se dejaba escuchar en los altavoces música acorde a la ocasión que desató en los asistentes un sentimiento de tristeza que inclusive los llevó a derramar algunas lágrimas. Sin duda uno de los momentos más sensibles de la jornada.

La escena, que se llevó a cabo en el palacio municipal, concluyó cuando de manera violenta le colocaron a Jesús la corona de espinas. Era impresionante en verdad ver el rictus de dolor en el rostro de Jesús, cuya espalda ya se veía bastante lastimada por los azotes.

“Si sueltas a ese hombre no eres amigo del César”, se escuchó una voz que se dirigió a Poncio Pilatos, mientras que la turba le pedía: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Y ante esto, el gobernante decidió lavarse las manos y permitir que el martirio de Jesús continuara, y así, en medio de las burlas de los soldados, inició el recorrido con la cruz de más de 110 kilogramos por las estaciones que se instalaron en un tramo de aproximadamente kilómetro y medio.

En este momentos el sol brilló con intensidad, pero momentos después, el cielo nuevamente se nubló y el bochorno se hizo presente en el ambiente. Fue en estas condiciones que la multitud caminó con el Cristo que lentamente avanzó por la calle 23 y al llegar al cruce de la calle 26 vino la primera caída y luego unos metros más adelante se encontró con su madre María, que interpretada por la joven Gabriela Concepción Tut Aké, quien conmovió a los presentes con la dulzura de sus palabras y luego con su llanto al ver las condiciones en las que se encontraba su amado hijo.

Cristo, sacó fuerzas de flaqueza y caminó unos 300 metros más cargando la cruz hasta que aparición Cirineo, un trabajador del campo y buen cristiano que le ayudó a cargar la pesada cruz, y ya sobre la calle principal de la población, la calle 21, la Verónica enjugó el rostro del Nazareno, quien más adelante se encontró con un grupo de mujeres que lloraban amargamente por lo que sus ojos presenciaban.

—No lloren por mí, lloren por sus hijos —les dijo el Cristo, quien, rumbo a la pirámide de los mascarones en la llamada Plaza de las Tres Culturas, cayó al piso en dos ocasiones más antes de llegar a la cruz junto con Dimas y Gestas.

Veinte minutos antes de las tres de la tarde, bajo ya un fuerte sol se pronunciaron los últimos diálogos antes de que culmine la actuación de Andrés al expirar en la cruz, con lo que concluyó su ciclo interpretando a Jesús. En el ambiente flotaba la esperanza de que entre el público se encontrara su sucesor y que continúe esta representación que inclusive en días pasados fue reconocida como una Tradición Cultural del Municipio de Acanceh.

Texto: Manuel Pool Moguel
Fotos: Amílcar Rodríguez

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