Amar es crear

Por Sergio Aguilar

El amor es un universo singular. Y lo digo bastante literal: el amor es un universo entero que se crea a partir de un acontecimiento singular: objeto de amor.

Justo para entender lo que quiero decir con esto, podemos recurrir a la dialéctica y la filosofía. Así es que deberíamos de distinguir dos dimensiones donde la belleza y la fealdad se cruzan. Uno es la fealdad de toda belleza, y el otro es la belleza de toda fealdad.

Cuando digo la fealdad de toda belleza me refiero, por supuesto, al sacrificio que el sujeto hace con tal de ser considerado bello por el otro. Ahí se encuentran desde la orden de bajar de peso, hasta la orden de aceptar el propio cuerpo. Van desde la ropa que nos obligan a usar a la cirugía plástica en la que me someto con tal de obtener la aprobación de la otredad, a la imagen “libre” de una sociedad que cree que el imperativo de “liberar” el cuerpo no es justo eso, una orden. La fealdad de toda belleza es el precio que se paga y se oculta con la propia belleza: una cirugía para corregir mi nariz o reducir mi panza sirve para tapar lo que la propia cirugía crea, la idea de que tengo una nariz que corregir o una panza que reducir.

Más bien, hay que celebrar la belleza de toda fealdad. Es aquí donde nace la dimensión de la universalidad singular. Cuando nos enamoramos de alguien, esa persona es mucho más que alguien con quien se establece una conexión. Se convierte en alguien que posibilita toda conexión. Ésa es la diferencia fundamental entre enamorarse de alguien, ser atraído por alguien o tener sexo con alguien: en todas esas relaciones, por más intensas que sean, son sólo una relación que se establece con el otro. Eso es lo que fechas frívolas como “San Valentín” no alcanzan a aprehender.

Amar a alguien es ciertamente crear nuevas condiciones de relaciones con el otro, es abrir un nuevo universo de sentido. Amar a alguien es un acto de valentía total, pues es soltarse de la comodidad del mundo que conocemos, es aceptar un mundo nuevo.

Abolladuras en nuestra vida es lo que el amor crea. En ese acto de amor, reconocemos una abolladura, un punto donde se re-escribe todo el acto amoroso, y en el que hasta la mayor de las fealdades se sublima al punto del hacer crear un universo completo. El amor es la aguja en nuestro pajar.

Pero todo lo que les estoy escribiendo ya lo había dicho la poesía con maestría, y Vicente Huidobro en particular. Altazor. Canto II. Uno de los poemas más hermosos que me han tocado leer jamás, el poema más romántico que conozca. La persona que amamos crea la vida entera, como cuando dice:  “La cabellera que se ata hace el día / La cabellera al desatarse hace la noche / La vida se contempla en el olvido / Sólo viven tus ojos en el mundo / El único sistema planetario sin fatiga”. ¿Así o más obvio que cuando se va la persona de amor, se va el mundo?

Pues por si no era obvio, y para finalizar, explícitamente regresamos a la idea de que el amor es un universo singular, con el final del poema: “Si tú murieras / Las estrellas a pesar de su lámpara encendida / Perderían el camino / ¿Qué sería del universo?”.

¿Qué sería del universo sin amor? Nada.

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