Aeromaya, línea aérea yucateca que logró posicionarse internacionalmente

La filosofía de la empresa local fue promocionar en diversos lugares del extranjero, como Londres, las zonas arqueológicas de Yucatán, así como los paisajes de Isla Mujeres y Cozumel

En noviembre de 1966 por primera vez surcó los aires un vuelo de “Aeromaya”, una línea aérea de capital yucateco que en poco tiempo logró posicionarse en el mercado y adquirir aviones con equipos cada vez más sofisticados, como los DC 3 y Hawker Sidderley HS 748 de fabricación inglesa. La base de este éxito fueron las tarifas muy accesibles y las salidas frecuentes que ofrecía, debido a que el modelo de negocio de su propietario, Fernando Barbachano Gómez Rul, creó una cadena de valor en torno al turismo.

Siendo parte de una familia propietaria de los Hoteles Mayaland, que se ubicaban en las inmediaciones de las zonas arqueológicas de Chichen Itzá y Uxmal, y también de la agencia Barbachano Travel Services, la filosofía de “Aeromaya” fue promocionar en diversos lugares del extranjero, como Londres, tanto las zonas arqueológicas de Yucatán como los bellos paisajes del Caribe Mexicano como Isla Mujeres y Cozumel, que eran parte de sus destinos, inclusive desde 1963, cuando Fernando Barbachano Ponce daba el servicio entre ambas islas y Mérida con su empresa Aerotaxis.

Dos años después, en 1965, se creó “Aerosafari”, que también tenía su sede en el aeropuerto de Isla Mujeres, ambas empresas fueron los antecedentes y los fuertes cimientos de “Aeromaya”, pues contando con infraestructura, una flota de aeronaves, el conocimiento empresarial y la operatividad, logró rápidamente desplazar a su competencia representada en la Compañía Mexicana de Aviación y crecer en sus rutas a una velocidad vertiginosa.

Así es que a solo seis días de que realizara su primer vuelo en la ruta Mérida-Tuxpan-Ciudad de México, era tan alta la demanda que se tuvieron que duplicar las frecuencias y para el 10 de noviembre de 1966 se hizo lo propio con los vuelos cortos desde Mérida a Isla Mujeres, Cozumel y Chichen Itzá.

En ese mismo mes estalló una huelga de la Asociacion Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) contra la Compañía Mexicana de Aviación (CMA), la cual afectó a Pan Am, la más importante empresa del ramo a nivel internacional, pero no afectó a Aeromaya, que contaba con su propio personal y equipo para el abastecimiento de combustible para sus aviones.

Para 1967, la empresa yucateca estableció un circuito para volar a Palenque, Tuxtla Gutiérrez, Acapulco, Manzanillo y Guadalajara, pero en el mes de julio, estalló una huelga de ASPA, ahora en contra de Aeromaya, acusándola de que no había establecido una jornada diaria de trabajo, que no otorgaba prestaciones y que no había un descanso mínimo. Detrás de esto, decía Barbachano Gomez Rul, habría un trasfondo: Que la CMA quería acabar con Aeromaya. La huelga finalizó con la firma del Contrato Colectivo pero tardó 102 días, tiempo durante el cual, dueños de comercios y restaurantes de Mérida organizaron un movimiento de apoyo a los trabajadores de Aeromaya y contra la CMA.

Un año después, el año de la Olimpiada en México, Aeromaya ofrecía cuatro vuelos a la semana con destino a la Ciudad de México y con escala en Campeche, además de vuelos cortos hacia Vilñahermosa, Ciudad del Carmen, Chetumal, Cozumel y Campeche. Sin embargo el 6 de octubre, una de las aeronaves fue secuestrada a punta de pistola por una mujer que junto con sus dos hijos, una muchacha como de doce años y un pequeño de meses de edad, huía del gobierno mexicano tras haber participado en los eventos del dos de octubre en Tlatelolco.

El avión turbohelice cubría el vuelo 322 en la Ruta Ciudad de México – Campeche – Chichén Itzá – Cozumel – Isla Mujeres, llevando a bordo 17 pasajeros y cuatro tripulantes: el capitán P.A. Ricardo Erosa Troyo, el primer oficial, P.A. Manuel Gutiérrez Saldaña y las sobrecargos Aurora Ortega y Minerva Aguilar.

Diez minutos después de salir de Cozumel, a la 1:32 de la tarde, la mujer, una argentina de nombre Judith Vázquez, logró amagar al piloto y le hizo desviar su ruta a Cuba. Los pasajeros no se enteraron del secuestro sino hasta que el avión comenzó a volar en círculos sobre Isla Mujeres antes de enfilarse hacia Cuba. Tras cuatro horas en La Habana, la aeronave regresó a Mérida a las 10 de la noche. Este fue el primer secuestro ocurrido a una aeronave con bandera, matrícula y tripulación mexicana.

“El primer caso de interferencia ilícita registrado en nuestro país ocurrió el 9 de agosto de 1961, cuando un ciudadano franco – argelino secuestró el vuelo PA501 de la Pan American World Airways, se trataba de un avión Douglas DC8-33 que cubría la ruta Ciudad de México – Guatemala”, cita el periodista Víctor Hugo Gutiérrez González en el periódico Redaccion A21.

Finalmente el 13 de mayo de 1969, Aeromaya cerró de manera oficial sus operaciones. La versión oficial fue que la concesión le fue revocada por irregularidades como el no contar con manuales de adiestramiento para pilotos y mecánicos, también se dijo que tenía una deuda con la empresa inglesa fabricante de sus aeronaves y hasta que no pagó los permisos de operación.

Al respecto Romeo Frías Bobadilla, quien laboró mucho tiempo en el Aeropuerto de Merida, escribió en su libro “En el Cráter Porteño” que Aeromaya siempre dio buen servicio y que es en la historia una de las mejores empresas aéreas yucatecas que han existido.

“Su fin se debió netamente a intereses políticos de empresas que deseaban acabarla debido a que cada día se extendían más sus servicios”, concluyó.

Texto: Manuel Pool Moguel

Foto: Cortesía

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