¿Amenaza Morena a los emprendedores?

Por: Jonathan Ruiz Torre

Del polémico trabajo de portada de Proceso de esta semana que culpó exageradamente al presidente electo de carecer de un plan, hay dos párrafos de mucho valor que todos los mexicanos deben revisar, independientemente de las filias o fobias hacia Andrés Manuel López Obrador y los miembros de Morena.

“Fueron grandes luchadores por la transformación de México, pero ahora son grandes autores de la transformación de México. Y eso requiere que todos estén alineados en relación con objetivos compartidos”, citó así Proceso al constitucionalista ex Ministro Diego Valadés.

“En este momento parece que cada quien tiene su propio objetivo. Unos quieren acabar con el Poder Judicial Federal, otros quieren acabar con la burocracia. Y si todos quieren acabar con algo, el problema es que lo pueden conseguir”.

Ese análisis es crucial. La izquierda nacional basó su ascenso en difundir el mensaje de todo lo que no debe ser, en todo lo que debe terminar, con razón en muchos casos.
La narrativa de Morena incluyó empresarios calificados como abusivos acumuladores, lo que puede entenderse hasta cierto punto por las prácticas de aquellos que olvidándose del bien común, solo vieron para su beneficio.

¿Pero qué quiere Morena construir con los otros empresarios? Con los emprendedores que después de casi 20 años iniciados con la mediocre propuesta de incubadoras del sexenio foxista, ya forman en México un ecosistema que empieza a ser funcional, en el que participan fundamentalmente el dueño de una idea y los inversionistas arriesgados que se atreven a confiar en ella y apostar dinero. El resultado de ambos es la creación de plazas laborales, pues el emprendedor no trabaja solo.

Conozco decenas de casos mexicanos. Por ejemplo, el de las barras de frutas que venden en los mostradores de Starbucks en México o el de un exfutbolista que tuvo éxito como deportista en los noventa, antes de los grandes salarios en la FIFA, quien con escasos recursos abrió un negocio de empanadas hace unos 10 años. Hoy sus franquicias están en buena parte del país y acaba de iniciar una aventura en Texas.

También, el de un estudiante que vendía papas fritas en la calle, se graduó como abogado en la UNAM y comenzó a trabajar en el sistema judicial en donde notó que muy poca gente sabe de los concursos mercantiles al que pueden acudir las empresas para protegerse cuando son insolventes. Se especializó en ello y hoy su despacho emplea a unas 20 personas en el piso más alto de un moderno edificio de la Ciudad de México.

Ninguno de esos negocios pudo crecer sin un sistema que aún con una larga lista de ineficiencias, procuró créditos, licencias y contratos que pueden hacer válidos o les concedió servicios públicos como el agua o transporte de manera regular. Generalizar y desincentivar o sacar a trabajadores con experiencia del gobierno como podría hacerlo la nueva administración, puede provocar ineficiencias que expulsen de México a los dueños de las ideas o del capital para crear negocios, aún y cuando el Proyecto de Nación de AMLO defienda la creación de empresas innovadoras.

Puede haber buena voluntad entre quienes llegarán a las ventanillas gubernamentales, pero si carecen de experiencia en el servicio público básico o en temas tan nuevos como la cadena de suministro digital que requieren las empresas para sobrevivir, estaremos ante una inevitable amenaza rápida de muerte al incipiente sistema de emprendedores que apenas construye este país.

 

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