Ante la pandemia, abran las puertas a Cristo

Sin más que un reducido grupo de servidores en la Catedral de Mérida, a través de la televisora oficial del Gobierno del Estado y de la página de Facebook de la Arquidiócesis de Yucatán, inició la misa que concelebraron el arzobispo Gustavo Rodríguez Vega y su obispo auxiliar, Pedro Sergio Mena Díaz.

Como no había ocurrido desde los tiempos de persecución religiosa, ayer, debido a las medidas de prevención para evitar el contagio por el COVID-19, en la Catedral de Mérida, como en todas las iglesias del mundo, se ofició a puerta cerrada la misa que conmemora la cena del Señor, sin el tradicional lavatorio de pies.
Sin más que un reducido grupo de servidores del templo católico, justo a las cinco de la tarde, a través de la televisora oficial del Gobierno del Estado y de la página de Facebook de la Arquidiócesis de Yucatán, inició la misa que concelebraron el arzobispo Gustavo Rodríguez Vega y su obispo auxiliar, Pedro Sergio Mena Díaz, quien estuvo a cargo de la homilía, y en la que en repetidas ocasiones hizo alusión a estos difíciles momentos por los que atraviesa el mundo entero debido a la pandemia de coronavirus.
“Benditas familias que están reunidas en sus casas en este especial Jueves Santo, les doy una buena noticia, Jesús les dice: mira que estoy a la puerta ya. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a su casa y cenaremos juntos. Abran las puertas de su casa a Cristo, abran la puerta de su corazón a Jesús”, dijo el obispo, quien recordó que esa fecha es un día grande para la Iglesia.
Subrayó que lo que en realidad celebramos es lo que instituyó y enseñó Jesús en esa noche con los apóstoles: la Eucaristía, el Sacerdocio Ministerial y el mandamiento nuevo del Amor.
“Hoy hemos escuchado en la primera lectura tomada del libro del Éxodo la narración de aquella Pascua que iba a marcar la historia del pueblo judío, y las instrucciones para celebrarla en familia, así como la indicación de cubrir de sangre el marco de la puerta de la casa para proteger a la misma familia. A partir de aquella noche escuchamos que dicha Pascua se celebraría como institución perpetua, de generación en generación. Hoy, la generación del Tercer Milenio mantiene la celebración de la Pascua en familia, y así como las familias judías no fueron heridas por el castigo a Egipto, así cada una de sus familias está viviendo la protección de Dios ante la pandemia del COVID-19”, recalcó.
Citando a Benedicto XVI, que en su libro Jesús de Nazaret define a la Eucaristía como el acontecimiento visible de la reunión en un lugar y más allá de todos los lugares para entrar en comunión con el Dios vivo, que acerca desde dentro a los hombres unos a otros, monseñor Mena Díaz dijo que “ese más allá” al que se refiere el papá emérito, ahora que se vive el aislamiento por la epidemia, “son los hogares de ustedes reunidos en familia, hasta allá llega la gracia de Dios”, resaltó.
Con un dejo de tristeza, el obispo Mena Díaz lamentó que por la cuarentena muchos no han podido comulgar y recibir la Eucaristía, ni que tampoco se pueda hacer el rito de la paz. “Hay que seguir las instrucciones para alejar esta epidemia”, anotó.
Más adelante, el obispo Mena dijo que también se celebra la institución del Sacerdocio Ministerial, que tiene como primera encomienda la predicación de la palabra del Señor y como centro de su ministerio la Eucaristía.
“Hoy elevemos nuestra oración para que como pastores seamos fieles al llamado que Dios nos ha hecho. En estos días de confinamiento por la pandemia, los sacerdotes, acompañados de los diáconos, se han puesto creativos para llegar a los hogares a través de las redes sociales, de la radio, la televisión y el internet. Que esta experiencia de creatividad pastoral continúe al terminar esto tiempos difíciles de la emergencia sanitaria, estos momentos de agitación y temor con la gracia de Dios se pueden convertir en ambiente que rete a muchos jóvenes a reflexionar sobre el llamado que Dios les hace para ser pastores en nuestra iglesia”, dijo.
Finalmente, habló del nuevo mandamiento del amor, que, dijo, es universal.
“No se trata de un amor cualquiera, sino de amar como cristo nos amó, hasta dar la vida por nosotros incluyendo a los que le crucificaron”, puntualizó.

Texto y foto: Manuel Pool

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