Arqueología maya cumplirá su cita anual con la astronomía

El astrónomo yucateco Eddie Salazar Gamboa destaca que además de Chichén Itzá, el estado tiene más sitios como Dzibilchaltún, Oxkintok y Acanceh, para disfrutar los fenómenos de luz y sombra

La arqueología maya, en el sureste de México, cumplirá esta semana su cita anual con la astronomía con el descenso del dios Kukulkán sobre las escalinatas del Castillo de Chichén Itzá que marca el inicio de la primavera en el hemisferio norte.

“Kukulkán desciende poco a poco y cuando llega a la Tierra permanece varios minutos para fertilizar y llenarla de bienaventuranza, después asciende igual que como bajó: lentamente van desapareciendo los cuadrángulos de luz”, dice a Efe el astrónomo y matemático mexicano Eddie Salazar Gamboa.

Estudioso del descenso de Kukulkán, que coincide con el equinoccio de la primavera, entre el 20 y 21 de marzo, Salazar explicó a Efe que si bien esto es especial, no es el único fenómeno “arqueoastronómico” en las zonas arqueológicas mayas en el sureste de México.

“Yucatán tiene más sitios, como Dzibilchaltún, Oxkintok y el Observatorio de Acanceh, para disfrutar en esta semana en el que se celebra el equinoccio de primavera en el hemisferio norte”, aseguró el científico mexicano en una conversación con Efe.

En estas tres zonas arqueológicas, todas cercanas a Mérida, capital del estado de Yucatán, existen edificios “que permiten ver espectáculos naturales de luz y sombra que cautivan a los visitantes nacionales e internacionales”, explicó el astrónomo.

En el Templo de las Siete Muñecas de Dzibilchaltún se vislumbra el sol en cada amanecer durante los días cercanos al equinoccio; en Oxkintok está el Arco Falso que da cuenta de la llegada de la primavera y Acanceh es famoso porque fue un observatorio astronómico maya.

Salazar se declaró un firme convencido de que se debe promover más la llamada arqueoastronomía que ocurre en Yucatán y recomendó a los visitantes estar atentos a Chichén Itzá, pero también informarse de que “pueden descubrir otros fenómenos hermosos de luz y sombra en otras ciudades prehispánicas de Yucatán”.

Entre todos estos fenómenos primaverales resaltó el que tiene lugar en el Castillo de Chichén Itzá, sobre cuyas escalinatas coronadas en la base por una cabeza de serpiente de piedra, desciende Kukulkán (serpiente emplumada en lengua maya).

El espectáculo de Kukulkán fue descubierto en los años 70 del siglo XX por vigilantes del sitio arqueológico que reportaron al arqueólogo mexicano Víctor Segovia Pinto que en cada inicio de la primavera se formaba “como una serpiente” en las escalinatas de la pirámide.

“El arqueólogo me buscó para que lo ayude con datos matemáticos y descubrimos muchas cosas que ocurren en el Castillo de Chichén Itzá”, relató el astrónomo.

Salazar lamentó la falta de personal y de información a los visitantes de estas zonas mayas en las que “casi nadie explica lo que acontece en ese momento y no se resuelven las dudas de los visitantes que no saben cómo ni por qué sucede”.

Salazar descubrió en 1993 la Serpiente Lunar que desciende dos veces al año.

Chichén Itzá, una de las principales ciudades de la cultura maya, ha sido declarada como una de las nuevas maravillas del mundo moderno.

La cultura maya floreció en el sureste de México, en los estados de Yucatán, Tabasco y Chiapas, además de Guatemala, Belice y Honduras a partir del 2,000 a.c. en su periodo Preclásico, del 200 a.c. al 900 d.c. en el Clásico, y del 950 al 1539 d.c. en el Postclásico.

En cada equinoccio, los mayores sitios arqueológicos de México, como Teotihuacán y Chichén Itzá, registran un gran afluencia de visitantes para, según las creencias, cargarse de energía y hacer ceremonias de purificación espiritual.

Después de Teotihuacán, en el centro del país, Chichén Itza es la segunda zona arqueológica con mayor promedio de visitantes con unas 30,000 personas cada año, delante de las ruinas mayas de Tulum y Dzibilchaltún.

Texto y fotografía: EFE

 

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