Auto fantasma se impacta contra templo del Adivino

Trabajadores que se encargan del escenario principal del evento naranjero se dan cuenta que parte de la estructura está rota y abollada. No se halla huella de frenado de las llantas

OXKUTZCAB.- Una de las mega estructuras de la Feria de la Naranja fue dañada anteanoche en el costado derecho por un vehículo desconocido, pero por el impacto se cayó una de las placas.

Trascendió que no pusieron señalamiento.

Al amanecer ayer primero de diciembre, trabajadores que elaboran los acabados del parque temático se fijaron que una de las estructuras principales que representa al templo del Adivino de Uxmal se encontraba dañada a un costado derecho.

Un vehículo que al parecer era conducido a velocidad inmoderada se estampó contra la estructura de metal que se encuentra sobre el asfalto que se localiza al final de la calle 53 de la carretera Oxkutzcab-Akil.

El vehículo venía circulando de poniente a oriente y al parecer el sujeto que conducía su unidad manejaba a velocidad inmoderada. Por los rastros que se encontraron en el lugar de los hechos se pudo observar que ni siquiera alcanzó a frenar porque no hay huellas de llantas.

Se pudo recabar información que el sujeto al darse a la fuga y por el impacto, dejó la placa de circulación delantera y que al parecer es del estado de Quintana Roo, del cual arrojará el nombre del propietario del vehículo. Ya se ha procedido a reparar la parte de la estructura que se dañó.

Los hechos al parecer sucedieron en la noche del fin de semana y aunque está asignada vigilancia policial no se pudo identificar ni detener al vehículo y al sujeto. Ayer, la policía municipal reforzó la vigilancia del perímetro ferial y se supo que no se tenía puesto el señalamiento de precaución de metal que indicaba la desviación del tráfico para rodear el área ferial y seguir por la avenida 45. Aunque eso no justifica que el vehículo no se haya dado cuenta de la enorme estructura de más de 8 metros de ancho por casi 10 metros de alto e impactarse con ello.

Texto y foto: Bernardo Paz Celis

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