Barrio de San Cristóbal, el lugar por el que la tortilla y el kibi entraron a Mérida

En estos días, el barrio de San Cristóbal se engalana para recibir a miles de fieles que desde el 28 de octubre iniciaron sus peregrinaciones para participar con fe y devoción en las actividades dedicadas a la Santísima Virgen de Guadalupe, cuya tradición de llevar a la imagen las tradicionales serenatas comenzó desde la década de los años 30 del siglo pasado, por iniciativa del entonces párroco del lugar, Crescencio A. Cruz, quien también fue fundador de la Acción Católica de la Juventud Mexicana en Mérida.

El suburbio debe su nombre al templo dedicado a San Cristóbal, que fue la última edificación religiosa en la Colonia, y que sustituyó a la pequeña capilla que quedó confinada al concluirse la construcción de las murallas de la hoy desaparecida “Ciudadela de San Benito”.

En el año de 1756 se acordó la construcción del templo que, dependiente de la parroquia del convento de San Francisco que se encontraba en la fortaleza de San Benito, se consagraría a Santa María de Guadalupe, y fue hasta el Jueves Santo del año de 1797, que se entregó al servicio del pueblo.

Y frente a la Iglesia, se observa justo en el cruce con la calle 69 por 50, la casa en la que vivió el Padre del Juicio de amparo, el abogado Manuel Crescencio Rejón, donde curiosamente funcionó una tienda llamada el Iguano, que da nombre a la esquina, y cuya imagen de este animalito se puede observar en una placa colocada por la comuna en el lugar.

Según se puede leer en alguna de las placas que el Ayuntamiento de Mérida colocó en el parque del lugar, este barrio estuvo destinado en un principio para alojar las viviendas de los indígenas de origen mexica provenientes de Azcapotzalco y Tlaxcala que formaron parte de la milicia española en la campaña de Conquista de la Península de Yucatán, y que con el tiempo se convirtió en un lugar muy afamado por la presencia en él de artesanos y talabarteros.

De acuerdo a la información que ofrece el cronista de la ciudad, Gonzalo Navarrete Muñoz, la tortilla, la trajeron los indios mexicas que acompañaron a los españoles en la conquista, pero les perecieron simples a los mayas, que las mezclaban con achiote para obtener las llamadas, chaak oop´.
El barrio de San Cristóbal también se caracterizó por concentrar a numerosas familias de origen libanés y por lo significativo de su población, la sociedad maronita que presidía Don Salvador Saide solicitó y obtuvo en el año de 1902, el consentimiento para que en el templo se celebraran servicios de culto de acuerdo al rito maronita, para lo cual llegó a Mérida el presbítero Don Jorge Chade.

Por eso se puede decir, como bien cita Manuel Cauich Verde en su sitio web “Al interior del estado” que fue por San Cristóbal donde entraron a todo Yucatán, en tiempos distintos, la tortilla y el kibi: la primera gracias a los mexicas y el segundo a los árabes.

Según se desprende de la información de la que proveen dos enormes placas de piedra empotradas en la pared de una farmacia que se ubica en la calle 50 por 67, lugar en el que durante muchos años funcionó una terminal de autobuses que viajaban a Acanceh, Tecoh y otras poblaciones del sur del estado como Peto, Tekax y Oxkutzcab, a finales del siglo XVIII, había en el lugar un enorme cerro, que impedía el tránsito de norte a sur, es decir desde La Mejorada hacia San Cristóbal.

Era el cerro de San Antón, el último de los cinco que hallaron los españoles a su llegada a Itcanzihó. Cerros que se dice, parecía tan sólida y colosal que cuando se pretendía demoler, cita el maestro Jorge Álvarez Rendón en su obra las “Esquinas de Mérida”, tanto el cabildo como la capitanía general daban marcha atrás con la expresión “es imposible”.

Fue así hasta que en 1800 llegó a Yucatán, como gobernador, Benito Pérez Valdelomar, quien decidió organizar una demolición sistemática que requirió de 14 meses para demoler aquel cerro gigante y desde entonces quedó abierto un gran tramo de la actual calle 50, desde la 63 hasta la 67.

Texto: Manuel Pool Moguel
Fotos: Saraí Suárez

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