Beneficios del ajo, un alimento indispensable

El ajo constituye, sin lugar a dudas, el alimento de la gran contradicción. Alabado por muchos, debido a sus propiedades saludables, y denostado por otros, por su olor desagradable y sabor intenso y característico que perdura durante bastante tiempo; lo cierto es que el ajo es un producto muy apreciado tanto por los profesionales de la sanidad como por los de la cocina debido a sus múltiples acciones, usos y beneficios.

El ajo pertenece al grupo de las hortalizas, a la familia de las Liliáceas y el género Allium. Esta clasificación hace que esté en el mismo género que las cebollas o los puerros, ya que comparten muchas características. Existen tres variedades de ajo: el ajo blanco, también denominado ajo común y el más usado, el ajo morado y el ajo tierno, que es el bulbo de la planta sin madurar.

Si bien se le atribuyen propiedades casi milagrosas, que en algunos casos, están por demostrar, sí es cierto que son probadas sus cualidades beneficiosas en algunas enfermedades de gran incidencia. El responsable de estas cualidades es la alicina, un componente del ajo, especialmente crudo, que se destruye en gran medida al secarlo o cocinarlo. Por este motivo, el ajo crudo es más efectivo, pero tiene un gran inconveniente y es, precisamente, su sabor, especialmente fuerte, el que hace impracticable su uso en estas condiciones para muchas personas.

PROPIEDADES

Las propiedades beneficiosas de este alimento se atribuyen principalmente a ciertos componentes azufrados que confieren al ajo su propiedad de alimento funcional natural, debido a su relación con la prevención en la aparición de algunos tipos de cáncer.

Y es que, existen en la actualidad innumerables trabajos que relacionan el ajo con determinados tumores, entre los que se encuentran el gástrico o el de colon. Sin embargo, y a pesar de este hecho, muchas veces se habla del ajo como un súper alimento que combate todos los tipos de cáncer y esto no está demostrado en absoluto.

El ajo posee una sustancia azufrada denominada aliina que es volátil. De este modo, cuando se pica, trocea o machaca el ajo, la aliina se convierte en alicina y se libera provocando su característico olor.

La alicina en estado natural, es decir, en el ajo crudo, es como mayor efecto posee. Si nos encontramos ante un preparado de ajo al que se le ha eliminado su olor, podemos desconfiar del contenido de alicina del mismo y, por tanto, de su potencial real. Además, muchas veces los efectos beneficiosos se consiguen con ingestas muy elevadas y prolongadas del principio, en este caso, la alicina, y esto también hay que tenerlo en cuenta.

El ajo se ha relacionado de forma bastante directa y beneficiosa con enfermedades cardiovasculares, debido a su capacidad para dilatar o ensanchar los vasos capilares, que son los más estrechos, y ayudar así a la sangre a fluir en procesos de hipertensión arterial.

El ajo tiene cierto efecto en la reducción del denominado colesterol malo o LDL-c y de los triglicéridos sanguíneos. Así puede resultar útil en procesos de hipercolesterolemia o hipertrigliceridemia.

La alicina posee también la capacidad de aumentar la expectoración, es decir, la expulsión de secreciones del aparato respiratorio, así que se puede usar, conjuntamente con los líquidos, como un buen expectorante en procesos catarrales, gripales o alérgicos, mejorando notablemente la sintomatología más molesta como la congestión.

Texto: Agencia

 

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.