Blue Flag, meta difícil para Progreso

Por Yoisi Moguel

Aspirar a obtener reconocimientos nacionales o internacionales es uno de los objetivos de cualquier autoridad, y ese es el caso del alcalde de Progreso, Yucatán, Julián Zacarías Curi, quien inició los trámites para conseguir que las playas de ese puerto obtengan la denominación de Blue Flag (Bandera Azul), para entrar a un selecto grupo de 55 destinos en el país que tienen esa distinción.

La intención y deseo del edil progreseño es buena, porque de lograr la Blue Flag Progreso tendría su playa con el reconocimiento de ser un lugar de orgullo para sus habitantes, además motivaría la llegada de más turistas por ser un destino que promueve la conciencia y la solución a los problemas ambientales para conservar su litoral.

Sin embargo, a simple vista eso parece difícil, no imposible, pues basta con visitar en cualquier “puente” de asueto o vacaciones este puerto para no ver como la autoridad municipal es rebasada en materia de servicios públicos.

A largo y ancho del malecón los visitantes dejan kilos de basura que no se logran recolectar en pocas horas, ocasionando que se dispersen hasta llega al mar y que dejen muy mala impresión a los turistas que buscan disfrutar de una noche en el malecón, ya que en ocasiones se percibe mal olor en el ambiente.

Además, otro factor negativo de las playas de Progreso son las palapas que los restaurantes tiene instalado en esa área, la cual ya no es pública, porque al colocar mesas y sillas se convierte en privada y los empleados de esos negocios no permiten que los visitantes se ubiquen en esas áreas, al menos que paguen por usar los mobiliarios, en su mayoría de marcas de refresco y cervezas.

Esos son solo dos aspectos que serán el contraste para que las playas de Progreso obtengan la Blue Flag, entre otros en los que tendrá que trabajar Julián Zacarías, si realmente quiere el distintivo.

La Bandera Azul promueve la participación de los sitios que buscan obtenerla en programas de educación ambiental para los usuarios de playas, lo cual parece que en ese litoral no se cumple, porque por el cobro del uso de suelo del Ayuntamiento también se registra aumento de vendedores ambulantes.

Además, la Bandera Azul monitorea las condiciones ambientales para reducir el impacto de la actividad humana en las playas, lo que tampoco se cumpliría, pues los restaurantes realizan sus actividades en la playa sin ser supervisados ni atendiendo las normas que obligan a ser sustentables con el medio ambiente.

Aspirar a obtener reconocimientos nacionales o internacionales es uno de los objetivos de cualquier autoridad, y ese es el caso del alcalde de Progreso, Yucatán, Julián Zacarías Curi, quien inició los trámites para conseguir que las playas de ese puerto obtengan la denominación de Blue Flag (Bandera Azul), para entrar a un selecto grupo de 55 destinos en el país que tienen esa distinción.

La intención y deseo del edil progreseño es buena, porque de lograr la Blue Flag Progreso tendría su playa con el reconocimiento de ser un lugar de orgullo para sus habitantes, además motivaría la llegada de más turistas por ser un destino que promueve la conciencia y la solución a los problemas ambientales para conservar su litoral.

Sin embargo, a simple vista eso parece difícil, no imposible, pues basta con visitar en cualquier “puente” de asueto o vacaciones este puerto para no ver como la autoridad municipal es rebasada en materia de servicios públicos.

A largo y ancho del malecón los visitantes dejan kilos de basura que no se logran recolectar en pocas horas, ocasionando que se dispersen hasta llega al mar y que dejen muy mala impresión a los turistas que buscan disfrutar de una noche en el malecón, ya que en ocasiones se percibe mal olor en el ambiente.

Además, otro factor negativo de las playas de Progreso son las palapas que los restaurantes tiene instalado en esa área, la cual ya no es pública, porque al colocar mesas y sillas se convierte en privada y los empleados de esos negocios no permiten que los visitantes se ubiquen en esas áreas, al menos que paguen por usar los mobiliarios, en su mayoría de marcas de refresco y cervezas.

Esos son solo dos aspectos que serán el contraste para que las playas de Progreso obtengan la Blue Flag, entre otros en los que tendrá que trabajar Julián Zacarías, si realmente quiere el distintivo.

La Bandera Azul promueve la participación de los sitios que buscan obtenerla en programas de educación ambiental para los usuarios de playas, lo cual parece que en ese litoral no se cumple, porque por el cobro del uso de suelo del Ayuntamiento también se registra aumento de vendedores ambulantes.

Además, la Bandera Azul monitorea las condiciones ambientales para reducir el impacto de la actividad humana en las playas, lo que tampoco se cumpliría, pues los restaurantes realizan sus actividades en la playa sin ser supervisados ni atendiendo las normas que obligan a ser sustentables con el medio ambiente.

 

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