Buen Fin(a)l

Por Sergio Aguilar

El fin de la civilización es algo muy común de imaginar estos días. Está en Hollywood, en la televisión, en la literatura, en la publicidad. Está en imaginar el Apocalipsis tras el desastre ecológico, la mutación de un virus que acabe con la humanidad, la visita de salvajes extraterrestres que nos destruyen. Lo que está imposible de imaginar es un ligero cambio de tuercas en el sistema económico: eso es lo que está ausente del imaginario colectivo de la inminente destrucción.

Esta lección la ha señalado con frecuencia Slavoj Zizek, filósofo esloveno que combina el idealismo alemán, el marxismo y el psicoanálisis lacaniano. Uno de los conceptos psicoanalíticos que con más creatividad él se apropia es el “objeto a”, que es el objeto causa del deseo. No es el objeto que uno desea, sino el objeto que inicia la circulación del desear mismo.

Esto no es tan complejo de entender, y el propio capitalismo de consumo, en nuestras sociedades liberales y multiculturales, lo ha sabido aprovechar. Uno de esos fenómenos que celebran el consumo desenfrenado y brutal es la tienda Miniso (y todas sus copias). En la Ciudad de México me tocó ver un anuncio en una parada de autobús que decía “Miniso. La tienda donde encuentras lo que no sabías que necesitabas”. Es esto precisamente el tema: no sólo se desea lo que hay en la tienda, sino que la tienda (y sus lógicas de producción, distribución y consumo) es lo que genera el aparato de deseo del capitalismo contemporáneo.

Detrás de este eslogan en apariencia inocente, también se encuentra una orden. Es lo que Jacques Lacan identificó como la orden del superego, que no sólo funciona como la entidad psíquica que ordena el cumplimiento de la Ley, sino que ese cumplimiento debe ejecutarse de manera gozosa. Así, no se trata de una espontaneidad del cumplimiento del deseo, sino el cumplimiento de un comando, el comando de “¡Goza!”.

Y aquí es donde apunta la dimensión de lo que estamos viviendo este fin de semana. ¿No acaso nos sentimos culpables cuando no estamos gozando del consumo durante eventos histerizantes como “El Buen Fin”? Sentimos que “se nos escapan las ofertas”, que “debemos aprovechar los descuentos”. Nos sentimos alienados de una sociedad que está alienada en el goce de consumir, el goce que provoca cumplir la Ley, la orden del superego: ¡compra!

Recuérdese entonces que cuando usted esté pasando el tarjetazo, abriendo la cartera y “aprovechando ofertas”, que no sólo está comprándose la tele donde verá el partido, la ropa de moda, la comida de promoción y demás artículos que olvidará el próximo año en el Buen Fin 2019. Recuerde que está cumpliendo la orden de su superego, que le obliga a gozar comprando. Por ello es que es tan fácil imaginar el fin del mundo y no el fin del capitalismo sino es en un Buen Fin(a)l, pues este sistema económico (y de afectos, ante todo) es un sistema que cumple cabalmente con la orden de gozar.

 

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