Canciones de porras para soñar campeonatos

Mientras manejo rumbo a casa, miro cómo en una esquina oscura una familia se está probando camisas de la selección. La ilusión crece. Se apodera de México. Ayer, en la celebración en el Monumento, todo mundo se tomó fotos con el trofeo del Mundial de imitación. Yo lo vi con ojos de huérfano, pero no me atreví a tocarlo.

Ojo, no soy aguafiestas. Sólo no soy un ingenuo en los asuntos de la selección. Ya llevo un rato y nadie me las cuenta: penales con Bulgaria en el 94, Alemania en el 98 con golazo de Bierhoff incluido, Estados Unidos (hágame el maldito favor), Argentina con el gol imposible del “Maxi” Rodríguez, otra vez Argentina, y luego Holanda con el penal inventado de Robben. Conozco de memoria los chascos, las decepciones, los corajes.

Pero a ratos, una melodía se apodera de mi cabeza. “Eeeel Chucky Lozano, eeeel Chuky Lozano”. Primera noticia que ya se entonaba en Brasil 2014, pero con el nombre de Oribe Peralta. Como sea, ayer, cuando la escuché en la transmisión, se me hizo un cántico de batalla espectacular, un manotazo sonoro para adueñarse de cualquier estadio en Rusia, una alternativa para musicalizar el sueño que no quiero escribir antes del “Cielito lindo”.

Doy vuelta en U en la avenida para ir con la marchanta a comprar playeras de dudosa reputación para todos en la casa. Debería resistirme. ¿Por qué me hago esto? ¿Por qué comprar cuatro camisas? Para el miércoles igual y ya no sirven. Además, a estas alturas, la cartera está a nada de la anorexia. Me freno junto al puestecito. Algunas playeras tienen nombres importantes: “Chicharito”, Vela, Márquez, Layún. Me bajo.

—Nomás viendo, seño…

—Usted me dice…

—¿Tiene para niña de dos años?

Estoy viendo a Jorge Campos llorando tras no pararle el penal al búlgaro. Tengo la imagen clarita de cómo Raúl Rodrigo Lara se pierde en la marca del delantero alemán Jürgen Klinsmann. Carajo, estoy sufriendo otra vez los pésimos cambios de Aguirre, el golazo argentino, al “Chicharito” cabizbajo, a Robben caer…

—Tengo ésta, ¿la quiere? —me dice la señora.

Pero otra vez se escucha el mantra, la oración que conjura los fantasmas, aleja las malas vibras e infunde sueños. Se puede cantar con el nombre Oribe, Lozano o el “Profe” Osorio. Tiene el mismo efecto.

—Démela. También quiero para niño. Se la va a poner, aunque no le guste el futbol.

—‘Orita se la busco…

“Eeeel Chucky Lozano, eeeel Chucky Lozano, eeeel Chucky Lozano”

Ya estoy soñando. Que nadie me despierte.

Texto: Alejandro Fitzmaurice
Fotos: Cortesía

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