¿Celebramos? Simplemente sobrevivir en 2019

Por Miguel II Hernández Madero

Inicia el año y para la mayoría de los mexicanos no hay mucho que celebrar, con incertidumbre generada por la desinformación sobre asuntos que afectan a todo el país y por lo difícil que se antoja la situación para los 53 millones de pobres que viven en el país, de los cuáles casi un millón corresponden a Yucatán (alrededor del 49 por ciento de quienes vivimos en esta tierra del Mayab).

¿Tenemos que celebrar? Sí, siendo optimistas debemos celebrar el seguir vivos y hacernos el propósito de ser más fuertes que la adversidad. Yucatán ha sido pintado casi como un paraíso, pero la situación que vive casi la mitad de sus habitantes es desesperante. Pero estas cifras no nos deben engañar. No quiere decir que el 51 por ciento de los yucatecos (números más, números menos), estén viviendo en la opulencia. Por el contrario, hablamos de que un gran porcentaje camina en los límites de la pobreza y carece de patrimonio o está en riesgo de perderlo.

¿Eso indica un éxito de las políticas? No. En Yucatán seguimos arrastrando los efectos de políticas públicas encaminadas al relumbrón, a la pose, a las sonrisas falsas y al desatino. En cada administración vemos como los nombres van cambiando de puestos, o bien surgen otros pero la mayor parte de ellos lo único que saben de sus encargos es el nombre del puesto y cuánto van a cobrar cada quincena. Lo demás queda en manos de los servidores públicos, de esa burocracia tan vilipendiada, que también es sujeta a renovación en cada cambio de administración.

Sumémosle a eso el reconocimiento de la existencia de problemas sociales en comunidades que se manejaba como que eran tranquilas. Señalo la palabra “reconocer”, porque de años atrás han existido problemas de pandillas e inseguridad en municipios como Oxkutzcab, Tekax, Umán, Progreso, por mencionar algunos, y otros con inseguridad (robos y asaltos), sin que las autoridades municipales puedan hacer algo al respecto.

Con el hambre y el desempleo, el terreno está abonado para la cosecha de inseguridad y violencia. Decirlo no es descubrir el hilo negro, así como tampoco se solucionó el problema al decir que “todo está bien y se trabaja con orgullo y compromiso”, ni se solucionará con la frase “Yucatán merece más”. Es cierto, merece más, mucho más que palabras bonitas. Definitivamente cerrar los ojos a la realidad no es avanzar hacia un Estado próspero y un futuro deseado.

La Administración estatal debe dejar a un lado el ambiente político y ver este año como doce meses de oportunidades para mover su maquinaria y sembrar las bases para una política efectiva en beneficio del pueblo yucateco al que Gobierna.

Ojalá que en este 2019 para los yucatecos haya más que el anhelo de simplemente sobrevivir.

Hasta la próxima…

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