Columna | Cuando el miedo confunde

Por: Jhonny Eyder Euán

La versión pública señala que la mujer dio positivo a la enfermedad y que por eso se escapó del hospital. Se dijo que estuvo de viaje por Europa y que, al volver a su casa, comenzó a sentirse mal.

Fue a una clínica cercana y le dijeron que era necesario hacerle estudios más especializados. Por ello, una ambulancia la llevó al centro médico más grande de la ciudad. Tras un par de análisis, le informaron que estaba enferma de lo mismo que millones de personas en el mundo. Le avisaron que fue puesta en cuarentena y que ahí la cuidarían por tiempo indefinido.

Estuvo en el hospital una noche, pues al amanecer del segundo día huyó. Una enfermera de la zona en aislamiento descubrió la fuga. De inmediato avisó y el hospital activó los protocolos de emergencia. La alerta llegó hasta la policía, y patrullas no tardaron en recorrer las calles para buscar a la paciente. Era vital dar con ella, pues al estar libre ponía en peligro a toda la población. La mujer se convirtió en una amenaza.

Sólo un día fue prófuga. La policía la encontró en un departamento rentado. Estaba semidormida y con fiebre cuando paramédicos la atendieron y trasladaron con urgencia y sumo cuidado al hospital. Dijeron que logró recuperarse de la enfermedad, pero su escape le costó la cárcel. El gobierno no le perdonó que pusiera en riesgo a la ciudad.

Eso fue lo que apareció en la televisión y en la prensa. Aunque parece que nadie anotó lo que ella dijo. Una protagonista sin voz no pudo relatar que tenía un leve resfriado y buscaba un alivio rápido. En la clínica le hicieron esperar casi una hora, y cuando fue atendida, dudó del diagnóstico del nervioso médico. Dijo que se tomaría las medicinas recetadas, pero que no podía irse a otro hospital porque tenía el tiempo contado para hacer las maletas, ya que al día siguiente viajaría de regreso a su país. Doctores agarraron a la fuerza a la mujer y la llevaron al nosocomio donde estaban todas las personas contagiadas. No hubo análisis clínicos, sólo la carta médica de un doctor lleno de miedo por la pandemia.

Nadie escuchó a la extranjera. Por eso en la madrugada usó todas sus fuerzas restantes para escapar y así poder alcanzar su vuelo. Sin embargo, no lo logró. Cuando corría por la ciudad comenzó a sentirse fatal. Hacía a toda prisa sus maletas cuando ya no aguantó la fatiga y se desvaneció. Una intensa fiebre la atacó y no la dejó ponerse del pie. Ella estaba sana, pero se contagió del virus en el hospital.

 

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