Columna | El encanto de la sencillez

Por Jhonny Eyder Euán 

Al recorrer publicaciones en Facebook, me encontré un comentario que me hizo recordar una película de 2016, una que llamó mi atención por lo cómodos que se veían un hombre y una mujer durmiendo en una cama. Así es la portada de Paterson, un drama europeo que no encuentras fácilmente en plataformas de Internet, pero que si llegas a sus escenas pueden ocurrir dos cosas: quedas maravillado por la romántica sencillez de la historia o te aburres en los primeros cinco minutos por su extrema lentitud.

La cinta la dirigió Jim Jarmusch, un exponente del cine independiente, y nos cuenta la vida de un joven conductor de autobuses estadunidense llamado Paterson. A lo largo de siete días conocemos su forma de ser, su amor por la poesía y su relación con su pareja Laura. Todo se narra de forma rutinaria y con un ritmo muy lento, en escenas que nos muestran la magia de los momentos breves que en ocasiones se nos escapan por vivir a prisa.

Cuando la vi, lo primero que pensé fue en mi inoperancia para hallar el conflicto, o el llamado clímax de la historia.

Después comprendí que no había, que el argumento era Paterson y su irrompible tarea de levantarse cada mañana, desayunar, escribir poemas y nunca llegar tarde al trabajo.

Adam Driver, el Kylo Ren en Star Wars: El Despertar de la Fuerza (2015), fue el encargado de darle vida Paterson, y se hizo acreedor a buenas críticas porque logró convencer a muchos con el papel del hombre que ama su rutina, y que en ella encuentra la poesía y la belleza.

Paterson no acaparó reflectores, podría decirse que pasó desapercibida en salas de México. Eso se entiende al saber que es cine independiente y que no tiene premios en su historial; obtuvo varias nominaciones en el Festival de Cannes en 2016 y en los Premios Cóndor de Plata (Argentina) en 2018.

La encontré por mera casualidad cuando buscaba una buena película para para el rato, y hallé una joya. Descubrí una historia linda y llena de poesía y ternura que, si le prestas mucha atención, te atrapa. No fastidia ver a un hombre trabajar ocho horas diarias; llegar a su casa, leer, ordenar su biblioteca, cenar con su esposa, sacar al perro a dar un paseo y tomarse una cerveza en el bar de la esquina.

No fastidia porque a veces nos suele sorprender y encantar lo sencillo, la quietud de los silencios o las simples e inesperadas pausas que hacemos en nuestra vida ordinaria.

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