Columna | Hablando de ángeles eléctricos

Por Jhonny Eyder Euán

Una calle solitaria y llena de neblina. De pronto, un hombre con traje y sombrero camina hacia al frente, un último toque al cigarro y entra a un auto. Todo ocurre mientras un narrador nos dice: “últimamente los días y las noches se parecen demasiado… si algo aprendí en esta ciudad es que no hay garantías, nadie te regala nada”.

El hombre enciende el auto y arranca. Y el narrador agrega: “todo podía terminar terriblemente mal, pero este caso había que resolverlo”.

Lo que sigue es música. Una historia de gángsters que se veía en la televisión durante el sábado de un mes que ya no recuerdo, pero que era del año 2006. Se reproducía el video de una canción llamada Crimen, el cual ocupó el lugar número dos del listado de los mejores videos de la semana, según dijeron con enjundia los conductores de ese programa sabatino.

Al ver el clip me intrigó la voz porque se me hacía muy conocida, y lo que cantaba también me era muy familiar… “¿qué otra cosa puedo hacer? Si no olvido, moriré”.

Ese momento de mi pasado no trascendió ni pasó a la historia, pero esa voz sí. El artista del video logró tanto que hoy su nombre es casi imposible de ignorar cuando se habla de rock en español.

El de la bocanada, el amor amarillo o la fuerza natural siempre está presente en los momentos cotidianos; en las fiestas entre amigos, los festivales y hasta en los restaurantes. Cuando menos te lo esperas, aparece invisible en el aire con un sonido que alegra, seduce, armoniza o simplemente suena.

Antier leí que un escritor dijo que hubo mejores músicos que este ángel eléctrico llamado Gustavo Cerati, y no sé si tiene razón, pero es su opinión y respetada será. Sin embargo, creo que cuando se habla del argentino que fue vocalista de Soda Stereo, el que siempre se vuelve tendencia en redes sociales, las comparaciones son innecesarias.

Cerati hizo su propia historia musical y las consecuencias de ello aún las vemos presentes en tributos, bioseries, puestas en escena, galerías de arte y en las millones de reproducciones que tienen sus videos y canciones en Internet.

También anteayer leí un vendaval de tuits en referencia a los cinco años de su muerte, cuando un paro respiratorio acabó con la vida del músico que pasó más cuatro años en coma. A veces pienso ¡qué idolatría tan loca!, pero es suficiente ponerse unos audífonos y reproducir alguna de sus melodías para entender porque Cerati es eterno.

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