Cómo tratar el trastorno límite de personalidad

Si conoces a alguien con una personalidad débil, que tiene una valoración muy pobre sobre sí mismo, y sufre constantes rupturas en sus relaciones y repetidos brotes de ira, puede que esta persona padezca un trastorno límite de la personalidad, también conocido como borderline. Se trata de uno de los trastornos de personalidad menos conocidos y que provoca gran sufrimiento a quien lo padece y a los que conviven con él; además, se puede presentar de forma diferente en cada persona, lo que dificulta un diagnóstico claro y retrasa la aplicación del tratamiento.

Es importante no confundirlo, ya que en el trastorno límite de la personalidad no se ve afectada la inteligencia, a diferencia de otras áreas como la emocional o el control de los impulsos. Se presenta con mayor frecuencia en la población femenina, en una proporción de tres casos frente a uno en hombres. La edad de inicio es temprana, normalmente antes de la adolescencia.

Aunque a veces tiene un origen genético, en la mayoría de los casos responde a un ambiente familiar desestructurado o por abusos.

Su característica principal es que los afectados tienen una personalidad débil y cambiante, que duda de todo, incluso de sí misma, con momentos de calma que se pueden volver al instante y sin previo aviso en ira, ansiedad o desesperación. En estas personas las emociones “están a flor de piel”, y viven las relaciones muy intensamente, tanto en el enamoramiento, en el que se llega a idolatrar a la otra persona, como en las rupturas, donde afloran sentimientos de desprecio por verse rechazado.

Tratamiento. Una de las primeras dificultades a las que se tiene que enfrentar el profesional a la hora de diseñar la intervención terapéutica para el trastorno límite de la personalidad es establecer prioridades, ya que este problema suele presentarse junto a otros trastornos psiquiátricos, especialmente acompañado de trastornos emocionales como la depresión mayor. Además, en el caso de que la persona presente adicción a drogas, habrá que tratarlo previamente.

A diferencia de otros casos, el trastorno límite de la personalidad produce gran sufrimiento psicológico a quien lo padece, así como a sus familiares y personas más allegadas; es por ello que la demanda de tratamiento suele iniciarse a petición del propio paciente, aunque en algunos casos es a requerimiento de su pareja o familiares. La cambiante sintomatología puede llegar a “desesperar” al demandante e incluso al especialista, frustrado por no poder alcanzar un diagnóstico claro.

Puede darse el caso de que un paciente esté yendo de consulta en consulta intentando saber lo que le pasa, y pueden pasar meses e incluso años antes de conseguir un diagnóstico adecuado a su trastorno, debido precisamente a su principal característica de cambio continuo de sintomatología; situación de incertidumbre que no hace sino agravar el sufrimiento personal y de los allegados, a la vez que se consolidan las consecuencias negativas en su vida académica, profesional y de relaciones sociales.

Una vez que se ha establecido el diagnóstico, y se ha determinado si existen otros trastornos concomitantes, se procede a establecer las prioridades del tratamiento, de forma que se comenzará por trabajar sobre aquellos síntomas que provoquen mayor malestar a la persona, o incluso que pongan en riesgo su vida, como es el caso de los intentos de suicidio. Será imprescindible realizar un tratamiento de desintoxicación previo cuando la persona sea consumidora habitual de sustancias ilegales, ya que estas van a interferir en el progreso esperado.

Texto y foto: Agencias

 

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.