No hay una edad límite para empezar a meditar, ni es necesaria una condición física determinada para hacerlo; al contrario, todo son ventajas, y la práctica diaria de la meditación tiene numerosos aspectos positivos y proporciona beneficios terapéuticos que se aprecian no sólo en el plano mental, sino a otros niveles como el físico, emocional e, incluso, el espiritual:
En el plano físico, meditar baja la presión sanguínea, y este descenso de la tensión conlleva la reducción del riesgo de padecer úlceras, cefaleas, insomnio, o problemas musculares y, a su vez, implica un aumento de la eficacia de nuestro sistema inmunológico.
A nivel emocional, la meditación cambia el patrón de nuestras ondas cerebrales llevándolas al estado alfa, que es aquel que está asociado a los momentos de relajación, por lo que conseguimos reducir el nivel de estrés y la ansiedad.
Cuando meditamos, emocionalmente nos sentimos más estables, aumenta nuestra sensación de felicidad y desarrollamos nuestra capacidad de relativizar los problemas y adaptarnos a los cambios, porque se agudiza nuestro razonamiento y se minimizan la ira y la frustración.
Esta sensación de bienestar trasladada a nuestra vida diaria tiene una repercusión directa en otros ámbitos como, por ejemplo, a la hora de incrementar el grado de concentración y la eficiencia en el trabajo.
De igual forma, la meditación se utiliza de forma satisfactoria para el tratamiento de adicciones como el tabaco o el alcohol, o para aliviar los síntomas de enfermedades crónicas.
Un reciente estudio de la Fundación AVAN del Vallés –entidad dedicada a la atención integral a las personas afectadas por enfermedades neurológicas y sus familias–, y coordinado por la Fundación para la Investigación y Prevención del Alzheimer de Tucson (EE.UU), revela que la meditación ayuda a mejorar la situación de los pacientes que padecen deterioro cognitivo y dificultades emocionales.
La meditación debe practicarse en un lugar tranquilo y silencioso. Esto te permitirá enfocarte exclusivamente en esta tarea y evitará que los estímulos externos invadan tu mente. Busca un lugar donde no te interrumpan durante la meditación, ya sea durante 5 minutos o media hora. No es necesario que el lugar sea tan grande, el vestidor de tu habitación o incluso tu oficina pueden servir, siempre y cuando sea un lugar privado.
Texto y foto: Agencias