Conoce y vence al enemigo invisible

La alergia se define como el estado de hipersensibilidad adquirida por la exposición a un alergeno particular, en el cual la nueva exposición ante dicha sustancia va a desencadenar una nueva reacción, si cabe, más intensa.

El alergeno es la sustancia capaz de producir alergia o hipersensibilidad específica, pudiendo tratarse de una proteína o no proteína, o de extractos de ciertos alimentos, bacterias, pólenes, animales, etcétera.

AUMENTO DE CASOS

El estilo de vida en los países industrializados, el aire que se respira en las ciudades, cada vez más polucionado, la ingesta de alimentos con un alto contenido de conservantes y colorantes, el consumo de cigarrillos, el aumento del consumo farmacológico… favorecen la penetración en nuestro organismo de tantas sustancias ajenas, que ponen en guardia a nuestro sistema defensivo por excelencia: el sistema inmunológico. Como consecuencia de esa activación se produce la elaboración de unas proteínas denominadas anticuerpos.

Entre los anticuerpos se encuentra la Inmunoglobulina E (Ig E). El cometido fundamental de dicha Ig E consiste en actuar como anticuerpo protector frente a determinadas infecciones. Cuando la Inmunoglobulina E se fabrica en respuesta a sustancias que se encuentran habitualmente en el medio ambiente, en lugar de ir dirigida a organismos potencialmente nocivos, se desencadena una reacción contraproducente para nuestro organismo. La alergia podría entenderse, por tanto, como una reacción desproporcionada de nuestro sistema inmunológico ante determinados estímulos externos, que en individuos normales no generarían ninguna respuesta.

CAUSAS

Hay numerosas causas y factores de riesgo que pueden predisponernos a padecer alergia. A continuación enumeramos los más habituales:

Predisposición genética. Probablemente sea uno de los factores decisivos para la aparición de procesos alérgicos en un niño, sobre todo cuando los antecedentes alérgicos afectan a las líneas familiares materna y paterna. En los primeros meses de vida el niño contacta con la mayoría de alergenos a los que seguirá expuesto el resto de su vida. Debido a la inmadurez de su sistema inmunológico y a la elevada capacidad de absorción de las mucosas respiratoria y digestiva, es entonces cuando corre el riesgo de quedar sensibilizado.

Por este motivo, es conveniente retrasar la introducción en la dieta de alimentos ricos en proteínas tales como el huevo, la leche de vaca, los pescados y las legumbres, por su mayor capacidad para facilitar el desarrollo de alergias alimentarias.

Susceptibilidad personal. Incremento de la predisposición del individuo para sintetizar Ig E específica contra determinadas sustancias (alergenos) del medio ambiente.

Susceptibilidad racial. El 20 por ciento de la población blanca europea presenta problemas alérgicos, un porcentaje muy superior al registrado entre las personas que habitan en las zonas tropicales. También hay ciertos tipos de alergias o intolerancias alimentarias que se observan con más frecuencia en unas razas que en otras.

Exposición ambiental. Frío, calor, radiación solar, agentes químicos… Se puede considerar que las afecciones alérgicas son uno de los tributos que tiene que pagar la raza humana en su lucha por el progreso; se ha visto un aumento de cuadros alérgicos, como por ejemplo reacciones asmáticas, en hijos descendientes de emigrantes a otro país, en comparación con los residentes en su tierra de origen.

Exposición profesional. Trabajos con animales de laboratorio, manipulación de derivados de caucho, látex; ambientes con inhalación de vapores, manipuladores de maderas, pinturas.… Se ha comprobado el desarrollo de asma bronquial de tipo ocupacional en relación con la exposición a polvos orgánicos e inorgánicos, vapores irritantes, y una amplia variedad de agentes químicos.

Fármacos. Cualquier medicamento puede producir una reacción alérgica, y es más frecuente en adultos que en niños. Para que se desarrolle alergia se requiere siempre la exposición al mismo con anterioridad y, tras la sensibilización inicial y la producción de anticuerpos, un nuevo contacto con el fármaco desencadenará los síntomas.

Alimentos. La alergia alimentaria es más común en los niños que en los adultos, pero muchas de las reacciones que se atribuyen a la alergia pueden deberse a la existencia de una mera intolerancia.

Los alimentos que aparecen implicados con mayor frecuencia son la leche de vaca, huevos, pescados, legumbres, frutos secos, crustáceos y fresas.

Ácaros del polvo doméstico. El polvo de las casas constituye una de las principales causas de alergia respiratoria en todo el mundo. Consiste en una mezcla heterogénea de escamas de piel humana y aquellas procedentes de animales domésticos, restos de insectos, fibras textiles, trazas de alimentos, insecticidas, bacterias, pelos de animales, plumas de aves, mohos y, básicamente, unos parásitos microscópicos denominados ácaros. Se favorece su proliferación con temperaturas próximas a los 25º-27º C, en el otoño, y si la humedad relativa del aire es alta.

Animales. Perros, gatos, y otras mascotas como hámsteres y cobayas, constituyen una de las principales causas de alergia después de pólenes y ácaros. También otros animales como las aves y los caballos pueden provocar alergias.

Ejercicio físico. Correr es el ejercicio que con más frecuencia puede desencadenar episodios de obstrucción bronquial y el único factor capaz de originar una crisis asmática en personas predispuestas.

Texto y foto: Agencias

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