Control total…

Por Miguel II  Hernández Madero 

En  México la libertad de expresión se está perdiendo a pasos agigantados y es tan peligroso criticar a quien ejerce el poder, como quedarse callado; pues al señalar con argumentos lo que pudiera ser un error, brotan quienes se erigen en “defensores de la verdad” y linchan mediáticamente a quien haya osado dudar del señor Presidente.

¿Es el regreso del Presidencialismo? Aquella vieja escuela política donde lo que dijera el Presidente en turno era palabra divina, no se cuestionaba, ni se rechazaba, simplemente era una voluntad que debía ser acatada. No, no es el regreso del Presidencialismo, pero podría ser algo peor.

Aquellas viejas prácticas obedecían al ejercicio del poder. El Presidente en turno era el gran elector, el único vocero, dueño de decisiones y curso del país, en vez de ser sólo el representante del Poder Ejecutivo y por tanto quien debía ejecutar (realizar) las disposiciones y acuerdos tomados por los otros dos poderes: el Legislativo y el Judicial.

Debemos recordar que en México existen tres poderes, constitucionalmente independientes uno del otro en cuanto a su régimen interno, pero coordinados. Eso dice la Carta Magna, pero era impensable criticar al Presidente o poner en duda sus disposiciones.

Ese esquema se repetía en los estados de la Federación. Pero gradualmente vimos el surgimiento de voces disidentes, de publicaciones que abiertamente criticaban, se burlaban y ponían de relieve los errores. Lo mismo pasó con los partidos políticos de oposición que fueron creciendo y levantándose con el triunfo en elecciones que antes únicamente soñaban.

Pero cambió todo con el actual presidente, aún desde su campaña. La agresión ha sido la norma, los insultos, las amenazas; no hay argumentos, no hay explicaciones, simplemente acciones que pudieran considerarse como dice la expresión “escupir p´arrriba”.

Tenemos “periodistas” que se dedican a alabar al Presidente, que toman las primeras filas de las ruedas de prensa para controlar el ambiente y le hacen preguntas o comentarios a modo, para seguir con el guión.

Víctor Trujillo, mejor conocido como Brozo, lo puso de relieve, pero no ha sido el único ni será el último. Por señalar ese montaje fue linchado en las redes y él mismo dijo que a López Obrador se le debe ver como autoridad, no como un dios. Llama la atención que durante años, al igual que Carmen Aristegui, defendió la figura de AMLO, como la alternativa frente a un Estado descompuesto.

Ahora expone lo que ve y a los seguidores no les gustó. Todo está producido, todo sigue un libreto y los auténticos periodistas, esos reporteros forjados en miles de desafíos diarios, han sido relegados al mero papel de espectadores, ridiculizados y excluidos.

Vamos camino a un control ideológico total. Donde no se discute, sino que se obedece y se repite hasta el cansancio lo que dice el presidente, como si se tratara de una mantra.

México resistirá pero ¿qué quedará al final del sexenio?

Hasta la próxima.

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