Coyunturas y crisis

Como en todo proceso electoral, la campaña no solamente se desarrolla alrededor de las promesas y propuestas de los candidatos. Muchas veces, como ahora, los candidatos a un puesto de elección popular son puestos a prueba por las coyunturas que van surgiendo a lo largo de la campaña; y son sus respuestas o sus silencios sobre estos temas los que terminan pintándoles de cuerpo entero frente al electorado.

Fue eso lo que ocurrió cuando, tras la visita del candidato presidencial del PRI a la Universidad Iberoamericana en 2012, surgió el movimiento #YoSoy132, el cual provocó que la campaña del entonces candidato Enrique Peña Nieto fuera asediada por la opinión pública y por los jóvenes del movimiento, pues además de su pésima respuesta ante la crisis (asegurando ante los medios de comunicación que la visita de Peña Nieto a la Ibero había sido un éxito), terminaron guardando un silencio sepulcral acerca del asunto desde mayo hasta julio.

Ese episodio le costó a Peña Nieto varios puntos de ventaja que, aunque no alcanzaron a derribarle del primer lugar en las encuestas ni le impidieron llegar a la Presidencia de la República, sí terminaron apuntalando el voto útil a favor de Andrés Manuel López Obrador, en aquel entonces candidato del PRD.

Esta vez, debido a los casos de corrupción destapados a lo largo del sexenio, no resulta difícil entender por qué las encuestas muestran una clara preferencia del electorado a favor del ahora candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador. Pues al ser identificado por el electorado como un candidato anti-sistema, se ha convertido automáticamente en el candidato preferido de quienes quieren un cambio radical para el país.

Una coyuntura que, además, ha sido aprovechada por AMLO para posicionar todas sus propuestas y promesas de campaña en la agenda pública sin ninguna dificultad.

La cancelación del nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, la amnistía a narcotraficantes, la donación del terreno de Los Pinos y la cancelación de la pensión a los ex Presidentes. Prácticamente todos estos temas han obligado a los otros candidatos a tomar postura, provocando que no solamente se hable de las propuestas del candidato de Morena, sino incluso que se hable de él de manera indirecta.

Pero este estado de gracia podría no durarle mucho tiempo al candidato presidencial, pues la llegada del primer debate presidencial el próximo 22 de abril podría servirle de foro a sus adversarios no nada más para atacarle, sino también para posicionar nuevos temas en la agenda pública que dejen opacados a los suyos.

Además, la cada vez más cercana visita de López Obrador al ITAM, como parte de los foros que organiza esa universidad con los candidatos presidenciales, podría estarse cocinando como un intento de reeditar el #YoSoy132 de hace seis años. Sólo que esta vez, en contra del candidato de Morena.

Sin embargo, también podría ocurrir lo contrario: que López Obrador salga fortalecido del debate del próximo domingo, y que su evento en el ITAM sea un éxito. Todo dependerá, como siempre, de su respuesta ante la crisis.

Por Juan Pablo Galicia

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