Cuando el Estadio Salvador Alvarado le dio vida a la periferia de Mérida

La inauguración del estadio “Salvador Alvarado” el 1 de febrero de 1939 resultó todo un acontecimiento en Mérida, según crónicas de esos días. Pero antes de ello, ¿qué había en los terrenos en donde se erigió el imponente inmueble deportivo?
A propósito de que el lunes pasado se puso en marcha una remodelación total del vetusto escenario, que este año cumplió 80 años, Punto Medio hace una revisión de las condiciones en las que se encontraban esos terrenos, basados en publicaciones de antaño, pero sobre todo en el libro “Estadio Salvador Alvarado, la gran casa del deporte en Yucatán”, que se editó en el 2014 por los 75 años del inmueble.

Según se lee en el libro, de acuerdo a Faulo Sánchez Novelo, “en tiempo récord de 7 meses, la administración del Ing. Humberto Canto Echeverría había levantado en unas tres hectáreas ubicadas al norte de la ciudad, a un costado de la carretera a Progreso, cerca del crucero de San Fernando, en tierras que alguna vez formaron parte de la antigua hacienda Tanlum”, el nuevo escenario deportivo.

“Todos coincidieron en señalar que aquel campo deportivo era majestuoso, impresionante, bello y funcional, que constituía, sin lugar a dudas, un motivo de orgullo para los yucatecos”, agrega la cita.

Por su parte, el cronista de la ciudad, Manuel J. Castillo Rendón hace una relatoría de la capital yucateca en el mismo libro, destacando los terrenos libres en la periferia, en donde no era raro que se edificarán grandes obras como el Salvador Alvarado.

De hecho, recalcó, la glorieta de San Fernando (en ese tiempo conocida como la plazoleta de San Fernando) era el último punto urbano rumbo al norte.

“De este nodo distribuidor y del vértice formado por la avenida Cupules y la calle 56 A Diagonal, viendo hacia el norte, hasta donde pasa la vía del FFCC, hoy Circuito Colonias, y las bodegas del llamado Enlace, era la periferia, área de terrenos baldíos con una densidad de ocupación muy baja, es decir, despoblada y es donde se decide construir el campo deportivo (Salvador Alvarado)”, señala Castillo Rendón.

El terreno fue adquirido por el Gobierno del Estado mediante una compra al Banco Refaccionario de Yucatán, S.A. y era un predio que formaba parte de la antigua hacienda Tanlum, propiedad de Pedro Peón Contreras, fraccionado y vendido varias veces hasta que el predio cayó en manos del banco.

Castillo Rendón cuenta que el estadio se proyectó y se construyó por una visita que hizo el General Lázaro Cárdenas del Río en 1937, presidente de México, quien donó cemento y acero. Se hizo, agrega, a imagen del estadio olímpico de Berlín que se construyó para los Juegos Olímpicos de 1936.

En sus 80 años, el estadio Salvador Alvarado ha sido sede de todo, tanto en el deporte como en eventos sociales y religiosos. Incluso ha funcionado como helipuerto, y es “históricamente el más relevante, el aterrizaje del helicóptero que transportaba a S.S. Juan Pablo II, líder de la Iglesia Católica durante su visita a Yucatán en agosto de 1993”.

Tras su remodelación, a partir de diciembre, la catedral del deporte en Yucatán seguirá escribiendo su propia historia, que como ya vimos, no sólo es dentro del mundo del deporte.

Texto: Esteban Cruz Obando
Fotos: Cortesía

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.