Cuando los buitres se acercan

Por Jonathan Ruíz Torre

Recuerden los cobertores San Marcos, esos que lucen generalmente la imagen de un animal extendido a todo lo ancho de la felpa. Los de una empresa regiomontana presumieron de haberlos inventado cuando aprendieron a usar fibras sintéticas. Esa empresa es Cydsa o Celulosa y Derivados.

Esos cobertores por extraño que parezca están hechos de gas o de uno de sus invisibles componentes: el etano. Al inicio de la década pasada el precio del gas natural se disparó de tal forma que la empresa cayó en la insolvencia.

Surgió con esa situación la figura de un hombre que en aquellos días no gozaba en Nueva York de la fama que hoy le acompaña. David Martínez intentaba en esos días que el dueño de la compañía, Tomás González Sada, le pagara una deuda. Pero no se trataba de dinero que Martínez le hubiera comprado a la compañía, sino de pagarés emitidos por la empresa que la empresa de Martínez, Fintech Advisory compró a precios de risa cuando quienes sí le prestaron dinero a Cydsa, desesperados por la posibilidad de que no les pagaran ni un quinto, los remataron.

Al final de esa misma década, otra regiomontana, Vitro, entonces dirigida por Federico Sada, enfrentó por una situación similar a fondos como Elliot Management, de Paul Singer, que rechazó un acuerdo de la regiomontana con sus acreedores y exigía un pago mayor, a costa incluso del final de esa empresa que da empleos a miles de personas.
Los de Vitro acabaron vendiendo algunas de sus partes para pagar y curiosamente, David Martínez llegó al rescate pagando la deuda a cambio del 13 por ciento de la compañía que surte de vidrios a la industria automotriz, entre otros clientes.

Fintech… Elliot… Aurelius… son llamados de manera extraoficial fondos “buitres”. No se acercan cuando la “carne” de una empresa o de un Gobierno está fuerte y fresca, sino cuando huelen la posibilidad de la muerte, cuando perciben la cercanía de una crisis, en una empresa, como en una nación. Compran pagarés emitidos cuando las cosas iban bien, pero se torcieron y sus poseedores acabaron aceptando lo que los buitres quisieron darles. Estos fondos siempre buscan, claro, cobrar más que lo que pagaron. Usan ejércitos de abogados y cortes extranjeras en el proceso.

Los gobiernos y las empresas sufren en el proceso. Las compañías pierden empleos o piezas durante el proceso de negociación. Los Gobiernos pierden el valor de sus monedas. Hoy Cydsa ya no vende los cobertores San Marcos. Se hizo muy pequeña.

Los buitres parecen acercarse. En su columna la Cuarta Transformación, El Financiero alertó esta semana sobre lo siguiente: “LOS BONOS VERDES del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, por seis mil millones de dólares, todavía no son bonos chatarra… pero están a un tris de serlo. Moody’s, que comanda Alberto Jones, ya los degradó de Baa1 a Baa3. Están en el nivel mínimo de inversión y si caen más entonces sí serán considerados basura y los tenedores empezarán a deshacerse de ellos. De hecho el anuncio de Andrés Manuel López Obrador creó un mercado secundario de mil 200 millones de dólares porque perdieron entre 20 y 25 por ciento de de su valor. Tres fondos buitre ya se los están arrebatando: Elliott Management de Paul E. Singer, Aurelius Capital de Dennis Prieto y Davidson Kempner de Thomas L. Kempner, los mismos que mantuvieron secuestrada 14 años la reestructura financiera de Argentina. ¡Ojo!”. Cuando los buitres se acercan ya no hay mucho tiempo para reaccionar. Ojalá que haya sensatez entre los miembros del próximo gobierno, que han mandado malas señales con frecuencia.

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