Cuando viene un huracán

Por Jhonny Eyder Euán

Cuando la lluvia se ponga más intensa de lo normal es porque es verdad que viene un huracán, y deberá quedarse en casa porque así lo recomendaron en los medios de comunicación. Antes debió haber asegurado puertas y ventanas sin olvidarse de resguardar a sus mascotas.

La misma protección debió haberle dado a la antena de televisión o cualquier otro aparato que esté en el techo y que podría ser víctima de los fuertes vientos pronosticados. Dentro de la casa no se le pudo haber olvidado guardar bien sus documentos personales ni sus pertenencias más valiosas.

Cuando observe la paranoia de compras en un supermercado bajo un cielo cubierto de gris, no caiga en desesperación. Menos cuando sigue vigente una pandemia y que el hecho de estar cerca de otras personas podría hacer que se enferme.

Si un día se anuncia la llegada de una huracán, infórmese por medios oficiales. Es vergonzoso que haya desinformación, confusión y tergiversación de los hechos. Por aquí hay de sobra páginas que se hacen llamar periódicos y cuyo propósito oculto es alarmar más que informar. (Pero ese es otro tema).

Es casi seguro que habrá inundaciones en calles y habrá árboles derribados, por ello lo mejor es no salir, ni caminando ni en auto, no vaya a ser que de repente las llantas ya no respondan y el vehículo se quede varado o que una rama caiga sobre el parabrisas y lo cuarteé.

Lo único que asegura el bienestar ante un virus y un fenómeno meteorológico es estar en casa. Además, el hecho de que afuera esté lloviendo genera una sensación de paz que relaja y da pie a que las personas duerman mejor —dicen —, o hagan otro tipo de actividades como ver televisión o series. Claro, siempre y cuando no se altere el servicio de energía eléctrica.

Pero si se va la luz y siente como que el tiempo pasa más lento, una idea es recurrir a los libros que quizás tenga entre sus cosas y que debió resguardar en bolsas o fundas de plástico para evitar que se mojen.

No estará de más ir a una librería cuando se entere que un ciclón se aproxima a su ciudad o zona; leer es una manera de pasar los ratos de angustia cuando viene un huracán, sobre todo si aún es de día, no hay luz y ya protegió todos sus bienes.

Tampoco está de más recomendarle algunas lecturas como Temporada de huracanes de Fernanda Melchor, que, aunque parezca chistoso o irónico por el título, es una buena novela que aborda problemas del México contemporáneo. Otro gran libro es Crónicas Marcianas de Ray Brabdury, por aquello del supuesto meteorito que cayó en Monterrey. Otra fundamental recomendación es: ¡Cuídese! Cuide a los suyos y nos vemos luego, cuando nada nos amenace.

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