Cuatro generaciones de peluqueros

Los integrantes de la dinastía nacen con esa vocación ya que actualmente cuentan con varias peluquerías y estéticas, incluso Florencio Llanes, de la segunda generación, fue contador, pero lo deja para ser fígaro

Los integrantes de esta dinastía, que tiene su origen en Valladolid, Yucatán, en la actualidad se encuentran prestando sus servicios en diferentes puntos de la Península, en conceptos como peluquería tradicional, estética, barber shop, ademas de la distribución de productos de belleza y hasta una escuela en la que se ofrece la carrera de cultura de belleza y estilismo profesional.

Es tanto el amor que la familia Llanes le tiene a este oficio que Florencio Llanes Arjona, quien fue contador público y tuvo la oportunidad de ser gerente del Banco de México en Mérida, prefirió dedicarse al oficio que aprendió de su padre: la peluquería tradicional.

—Mi abuelo abrió su peluquería en 1905, ademas de que era violinista, tocaba la flauta transversal y tenía en su local que se llamaba “Sancho”, su título de contador, por eso recibió esa invitación que no quiso tomar, simplemente porque era feliz practicando el oficio que le heredó su padre y con el que sacó adelante a su familia —dijo Enrique Llanes Gómez, el actual presidente de la Canaco Tizimín, y quien en su adolescencia también cortaba cabello en el establecimiento de su padre donde con tijera y peine arreglaba a los niños haciéndoles cortes de tipo “Principito” o de “media oreja”. En entonces la máquinita solo se utilizaba para hacer el corte militar, el famoso “croshito”.

Fueron cuatro los hijos de Florencio. Paco, que vive en Mérida, Rafael, (que heredó y trabaja la peluquería Sancho), Ángel y Florencio Llanes Loría, el padre de nuestro entrevistado quien con orgullo comentó que a la fecha, con 76 años de edad, su padre a quien junto con sus hermanos se les conoce como “Los Sanchitos”, sigue trabajando en su local, “el Fígaro Estilista”, ubicado en la 44 por 39 y 41 de Valladolid, donde comparte sus conocimientos con jóvenes a quienes les da la oportunidad de ganarse un dinerito atendiendo a la clientela en su establecimiento.

Enrique, quien cuenta con una empresa proveedora de productos de belleza para estéticas y peluquerías, comentó a Peninsular Punto Medio, que su madre, Teresa de Jesús Gómez Valdez, fue la primera estilista que tuvo Valladolid, esto en la década de los años cincuenta o sesenta.

A los 12 años, y sin saber el proceso, hizo su primer permanente a una primita suya, y le salió bien, por lo que siguió haciendo cortes de cabello. En su afán de profesionalizarse, Teresa de entonces 15 años se fue a trabajar a un salón de belleza de Mérida donde sólo la ocupaban para barrer y limpiar, pero apenas se dio la oportunidad, demostró lo que sabía.

—La dueña del lugar, gratamente sorprendida, le dijo a mi mamá que ya no tenía que enseñarle nada porque ya sabía lo necesario, y le dio la oportunidad de atender a la clientela. Ella solo estuvo dos años en la capital yucateca y regresó a su amada Valladolid —recordó Enrique, quien destacó que en la actualidad su madre funge como subdirectora en la escuela de belleza Diady, ubicada en la Sultana de Oriente y que es propiedad de su hermana Diadyra Llanes Gómez.

En la actualidad, la tercera generación de los descendientes de Florencio Llanes Arjona, representada por Saúl Llanes, cuenta con una peluquería tradicional ubicada en la calle 52 por 85 del centro de Mérida, donde se rescata el concepto de la barbería y en donde se pueden encontrar fotografías que dan cuenta de la historia y trayectoria de esta familia que cada día lucha para mantener el prestigio heredado por sus antecesores.

Texto: Manuel Pool Moguel

Fotos: Cortesía

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