El fuego nuevo asciende, mientras que la boca de Kinich Kakmó, la guacamaya de fuego, exhala aroma a copal que se extiende a los cuatro puntos cardinales del sitio arqueológico de Chen Hó, donde los ancianos se han reunido para dar la bienvenida al año nuevo maya.
Un abrazo al hermano, aún cuando éste sea incrédulo a los dioses o no corra la sangre maya por sus venas, enfatiza la bienvenida a “Haab”, el año nuevo que vaticina prosperidad, pero en especial agradece a la madre tierra que provee de cobijo y alimento a sus hijos del Mayab.
El fraccionamiento de El Parque, al oriente de T ́Ho o Mérida, es el sitio elegido por los sacerdotes mayas Tiburcio Can May -guardián del fuego-, Asterio Cen Dzul y Antonio Oxté León, para dar gracias por el año maya que termina y el ciclo que comienza, el cual también anuncia el pronto retorno de Kukulcán.
Cuerpos ataviados con ropas blancas, giran en la misma dirección que don Asterio, quien enfatiza con sus rezos en lengua maya, la perfecta sincronía del cosmos con la tierra y el hombre, al mismo tiempo, recuerda que la vida es un continuo ciclo donde el maya debe estar en la búsqueda constante de armonía con la naturaleza. Así, al llegar el 26 de julio, los mayas dan la bienvenida a “Haab”, el año nuevo compuesto por 18 meses de 20 días que suman 360 días, a los que se añaden cinco aciagos o de guardar.- Juan Matú Chalé
