De medios públicos a oficiales

Por Carlos Hornelas

Una de las herencias de las cuales se siente más orgulloso el todavía, y no por mucho, presidente en funciones, Enrique Peña Nieto, es la llamada Reforma de Telecomunicaciones que finalmente se concretó en la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión.

El instrumento legal anterior, la Ley Federal de Radio y Televisión, llamada en su momento “Ley Televisa” databa de 1968, con diversas transformaciones que la fueron haciendo obsoleta, inoperable. Para sorpresa de muchos, este ordenamiento establecía algo que la comunidad de académicos y las organizaciones de la sociedad civil organizada reclamaban: los derechos de las audiencias.

La nueva ley que entró en vigor en 2013 se acompañó de modificaciones en la Constitución mexicana que establecen en el artículo 6° los derechos de las audiencias y los usuarios de telecomunicaciones, así como el mandato por impedir que ciertos contenidos comerciales sean transmitidos como información, confundiendo al espectador y llevándolo al equívoco.

La semana pasada, la Cámara de Diputados aprobó y turnó a la Cámara de Senadores una iniciativa de modificación a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que establece las nuevas competencias o los cambios en las mismas que cobrarán vigencia a partir de la nueva administración a nivel federal.

Llama la atención, y así lo han recriminado tanto académicos como organizaciones no gubernamentales como Article 19 y la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México que se proponga que la Secretaría de Gobernación sea la dependencia que provea los servicios de radiodifusión pública en el país. Atribución que actualmente se había depositado en el Instituto Federal de Telecomunicaciones.

De seguir el derrotero actual de la situación, los medios públicos, o lo que hoy entendemos por ello, se podrían convertir en medios oficiales, es decir en ecos de las intenciones del gobernante en turno. Sin factores reales de oposición en las cámaras, el último resquicio de disenso y crítica está en los medios de comunicación. Hagamos votos porque los senadores no ultimen este cimiento de la democracia.

 

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