De Tulancingo para Yucatán

El lunes a las siete de la mañana es la primera clase y la última finaliza a la una de la tarde, se dirige a su casa para comer, realiza sus tareas, a las seis de la tarde está en el gimnasio ejercitándose, a las ocho termina y comienza la preparación física de la mano de su coach físico con quien trabaja hasta las nueve de la noche, que es cuando comienza la última parte de su entrenamiento: la parte técnico-táctico, de donde se retira a las diez y media de la noche y finalmente regresa a su casa. Martes a las siete de la mañana, la rutina comienza de nuevo. Así es la vida del básquetbolista hidalguense Edgar Omar Ávila Flores que está cursando su último año en la carrera de Comunicación en la Universidad Modelo, escuela en la que se encuentra becado y donde lleva ya cuatro años.

El joven básquetbolista de 23 años platica con Punto Medio y hace un recuento de lo que han sido estos cuatro años para él; si bien, hay gente que todavía ve el lado negativo de las personas que llegan de fuera, él también es “foráneo” y llegó a Mérida por una oportunidad: estudiar una carrera universitaria gracias al deporte y fue posible gracias a una beca ofrecida por la Universidad Modelo, la cual es una extensión de la Escuela Modelo, escuela fundada en Mérida en 1910.

“Estuve un año en la selección mexicana sub 21 por un torneo estatal que se realizó en Michoacán y desde ahí empezaron a visorearme los ojeadores de la Universidad Modelo, después de unos meses ellos me contactaron por Facebook y me ofrecieron una beca deportiva en la que incluían casa con internet, agua, luz y gas. Me pareció bastante bien porque podía seguir jugando, estudiar, mis padres no gastarían tanto dinero y podría forjar mi camino. Era un reto para mí y eso me animo a venir”, comentó.

Y como bien menciona, es un gran reto llegara vivir en una ciudad en la que nunca has estado, en la cual estarás por cuatro años con personas desconocidas estudiando una carrera universitaria, pero claro, todo gracias a lo que más le gusta: el básquetbol.

“Lo que me animó a seguir adelante fueron mis familiares, ya que estar lejos es díficil al principio, después agarras una rutina, vas a la escuela, entrenas y todo eso te va manteniendo ocupado y te hace pensar menos en eso, pero al final ese apoyo moral que te da tu familia día a día es lo que más ganas te dan de salir a delante”, añadió, pero no sin antes agregar otras situaciones que se le presentan a cualquiera, en las que cada persona debe decidir y en la cual es muy importante tener en claro tu determinación y tus metas para seguir adelante, “el objetivo desde que inicié la carrera es no salirme de esa línea, estudiar y jugar con la Modelo, la verdad es que como en cualquier universidad se pueden presentar diversas situaciones: te invitan a fiestas, a tomar, drogas; pero siempre me mantengo en esa línea, la verdad es que he tenido compañeros muy buenos que por no permanecer en raya, así como llegan se van”.

El joven alero (posición en la que juega) mira los cuatro años de su carrera y observa también el largo camino que ha recorrido, que incluyen poco más de 300 partidos con la casaca de su universidad.

“Por año jugamos alrededor de 80 partidos, por todas las ligas en las que competimos, en algunas jugamos dos veces por semana, otras una vez a la semana, y en otras hasta 4 partidos en ese mismo tiempo. Llevo jugando 4 años con la Universidad Modelo y debo tener poco más de 300 partidos jugados”, relató. Esta cifra sería mayor sino fuera por una fractura que lo tuvo alejado de las canchas por un año, pero eso no lo ha detenido, ya que en este último año que se reincorporó, después de esa lesión, participó en un torneo nacional celebrado en Mexicali y cuatro días después jugaron en la Universiada, aunque no pudo levantar el título en estas competiciones, saboreó con su equipo las mieles de la victoria con el campeonato regional que jugó en Quintana Roo.

Justamente ese equipo al que pertenece es el que siente como una segunda familia: “el grupo es muy unido, hemos tenido diferencias entre nosotros, pero aún así, en estos ultimos dos años nos hemos hecho una familia, nos apoyamos los unos a los otros, no hay envidias, no se han presentado situaciones que suelen ocurrir en otros como rivalidades o problemas con los entrenadores. También hacemos relajo, hacemos improvisaciones de rap, hablamos de música y de más durante los viajes que a veces son largos, pero el tiempo pasa rápido cuando nos relajamos”, comentó.

Por último, previo a su entrtenamiento y ya para cerrar la entrevista, platicó sobre sus proyectos personales, entre los que está fomentar el deporte en los jóvenes yucatecos, “mi objetivo, ahora que estoy a punto de graduarme, es trabajar en Publicidad y Marketing en redes sociales y seguir con una escuela pequeña de básquetbol que tengo con jóvenes de entre 13 y 18 años, y dejar esos valores que te ayudan dentro y fuera de la cancha, también hacer fogueo de jóvenes en municipios como Tecoh o Homún”, finalizó, relatando de un sueño: una gran escuela de básquetbol para jóvenes que viven en Yucatán.

Texto: Arturo Pérez
Fotos: Cortesía

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