Dejando los temores de lado

Halloween y el Día de Muertos son las grandes celebraciones anuales en las que los escalofríos, los sustos y el miedo son los grandes protagonistas, pero hay miedos que protegen, otros que nos divierten y algunos que nos perjudican y es preferible superarlos en lugar de celebrarlos.

“Podríamos definir el miedo como una reacción emocional ante una amenaza percibida que motiva conductas defensivas”, señala Alfonso Méndez Alegre, psicólogo de Instituto Centta.

Explica que “el miedo provoca una serie de cambios en el sistema nervioso central y se traducen en cambios en las bases neuronales y hormonales que van a influir en nuestra conducta”.

“Su función es adaptativa y consiste en avisarnos de que algo que está en nuestro entorno puede ser peligroso y amenazante para nuestra supervivencia y en protegernos de lo que consideramos una amenaza externa”, indica Méndez.

EFECTOS EN FISIOLOGÍA, PSIQUE Y CONDUCTA

Según Méndez el miedo activa el sistema nervioso simpático, “que se encarga de incrementar el ritmo del latido del corazón para enviar más sangre a las extremidades”.

También aumenta la sudoración “para enfriar esos músculos y el ritmo de la respiración para proveer de oxígeno a esos músculos, a la vez que se produce una dilatación de la pupila para que percibamos más luz”, agrega el experto.

Por otra parte “activa un estado de alerta que nos hace estar más atentos a nuestro entorno. Es una especie de visión de túnel, donde solo vamos a recibir información relevante de la situación que nos ha generado el miedo, dejando a un lado toda la información contextual que no sea relevante”, continúa.

Entonces nuestra conducta podrá ser: “de defensa, adoptando una postura que nos proteja de la amenaza; de ataque; o de parálisis, como aquellos animales que ‘se hacen los muertos’ ante su ‘depredador’ para salvar la vida”, según Méndez.

MIEDOS LIMITANTES SIN

CAUSA REAL

Por otra parte, el miedo exagerado o irracional es igual que el miedo real, diferenciándose en que lo que lo genera no es un estímulo real externo que nos amenace, sino una recreación de nuestros pensamientos, según este psicólogo.

“Estos miedos irracionales que se conocen comúnmente como fobias, son muy paralizantes y disfuncionales. En algunos casos un verdadero problema de salud mental, incapacitando a la persona incluso para salir de su propia casa”, enfatiza.

“Estos miedos nos provocan las mismas reacciones que ponemos en marcha con los miedos racionales, y aunque el sujeto que los experimenta es capaz de reconocer que sus reacciones no le van a servir para afrontar ese miedo irracional, no puede evitar reaccionar de esa manera”, señala.

EL ESTREMECIMIENTO

BUSCADO Y DISFRUTADO

¿Y el miedo que se disfruta y estimula, por ejemplo el que sentimos al jugar en Halloween, cuando vamos a una ‘escape room’, a ver películas o a leer libros de terror?

“Consiste en la búsqueda voluntaria de unos estímulos que generen en nosotros un disparo de adrenalina, lo cual provoca unas sensaciones muy similares al miedo”, responde el psicólogo.

Puntualiza que esta hiperactivación fisiológica que se origina en la amígdala cerebral, “pone en marcha una cascada de emociones que nos van a provocar multitud de sensaciones intensas, pero con una duración determinada y controladas por el sujeto”.

“Cuando nos enfrentamos a una situación que nos va a provocar miedo o terror pasajero aumentan la presión arterial y el ritmo cardiaco y, en el aspecto hormonal, se liberan sustancias donde están presentes la adrenalina y la dopamina”, añade.

“La adrenalina activa la respuesta de alerta y la dopamina se relaciona con las sensaciones de placer. También se liberan testosterona y cortisol. Una vez pasado el estímulo que produjo el miedo, se genera una sensación de euforia muy gratificante para algunos sujetos”, explica Méndez.

PSICOLOGÍA PRÁCTICA PARA SUPERAR EL TEMOR

De estos tres tipos de miedos, “los irracionales o fobias ante situaciones cotidianas, son los que nos pueden deteriorar nuestra salud física y mental”, asegura.

“Poner en marcha unos mecanismos orientados a nuestra protección cuando no hay nada de lo que protegernos va a generar un desgaste de nuestro sistema y una sensación de indefensión aprendida, que nos bloqueará ante situaciones similares”, señala.

“Si evitamos una situación que tememos, a corto plazo sentiremos alivio instantáneo y una sensación placentera, pero a larga, si la evitación se convierte en nuestro recurso para afrontar las situaciones temidas, nunca terminaremos de superarlas”, advierte. 

Este experto precisa que el miedo no es negativo en sí, sino que, como todas las emociones, tiene la función de ayudar al ser humano a relacionarse con su entorno de una manera segura y funcional, por lo que “no hay que evitarlo, sino afrontarlo”.

Texto y fotos: EFE

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